"(...) Hace hoy cien años exactos, un pobre y espléndido poeta, el más atroz de los desesperados, escribió esta profecía: A l'aurore, armés d'une ardente patience, nous entrerons aux splendides Villes. (Al amanecer, armados de una ardiente paciencia, entraremos a las espléndidas ciudades).
Yo creo en esa profecía de Rimbaud, el vidente.(...)"
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