sábado, 27 de octubre de 2018

Margen de lectura: Dos poemas de Constantino Kavafis



(y uno más)

Cavafis, C. P. Poesía completa, Madrid, Alianza Tres, 1989. 
Traducción de Pedro Bádenas de la Peña.





 
 
Esperando a los bárbaros-¿Qué esperamos congregados en el foro?
Es a los bárbaros que hoy llegan.
-¿Por qué esta inacción en el Senado?
¿Por qué están ahí sentados sin legislar los Senadores?
Porque hoy llegarán los bárbaros.
¿Qué leyes van a hacer los senadores?
Ya legislarán, cuando lleguen, los bárbaros.
-¿Por qué nuestro emperador madrugó tanto
y en su trono, a la puerta mayor de la ciudad,
está sentado, solemne y ciñiendo su corona?
Porque hoy llegarán los bárbaros.
Y el emperador espera para dar
a su jefe la acogida. Incluso preparó,
para entregárselo, un pergamino. En él
muchos títulos y dignidades hay escritos.
-¿Por qué nuestros dos cónsules y pretores salieron
hoy con rojas togas bordadas;
por qué llevan brazaletes con tantas amatistas
y anillos engastados y esmeraldas rutilantes;
por qué empuñan hoy preciosos báculos
en plata y oro magníficamente cincelados?
Porque hoy llegarán los bárbaros;
y espectáculos así deslumbran a los bárbaros.
-¿Por qué no a acuden, como siempre, los ilustres oradores
a echar sus discursos y decir sus cosas?
Porque hoy llegarán los bárbaros y
les fastidian la elocuencia y los discursos.
-¿Por qué empieza de pronto este desconcierto
y confusión? (¡Qué graves se han vuelto los rostros!)
¿Por qué calles y plazas aprisa se vacían
y todos vuelven a casa compungidos?
Porque se hizo de noche y los bárbaros no llegaron.
Algunos han venido de las fronteras
y contado que los bárbaros no existen.
¿Y qué va a ser de nosotros ahora sin bárbaros?
Esta gente, al fin y al cabo, era una solución.
 
 
Ítaca
Cuando  emprendas  tu  viaje  a  Itaca
pide  que  el  camino  sea  largo,
lleno  de  aventuras,  lleno  de  experiencias.
No  temas  a  los  lestrigones  ni  a  los  cíclopes,
ni  al  colérico  Posidón,
seres  tales  jamás  hallarás  en  tu  camino,
si  tu  pensar  es  elevado,  si  selecta
es  la  emoción  que  toca  tu  espíritu  y  tu  cuerpo.
Ni  a  los  lestrigones  ni  a  los  cíclopes
ni  al  salvaje  Posidón  encontrarás,
si  no  los  llevas  dentro  de  tu  alma,
si  no  los  yergue  tu  alma  ante  ti.

Pide que el camino sea largo.
Que sean muchas las mañanas de verano
en que llegues —¡con qué placer y alegría!—
a puertos antes nunca vistos.Detente en los emporios de Fenicia
y hazte con hermosas mercancías,
nácar y coral, ámbar y ébano
y toda suerte de perfumes voluptuosos,
cuantos más abundantes perfumes voluptuosos puedas .
Ve a muchas ciudades egipcias
a aprender, a aprender de sus sabios.

Ten siempre a Itaca en tu pensamiento.
Tu llegada allí es tu destino.
Mas no apresures nunca el viaje.
Mejor que dure muchos años
y atracar, viejo ya, en la isla,
enriquecido de cuanto ganaste en el camino
sin aguardar a que Itaca te enriquezca.

Itaca te brindó tan hermoso viaje.
Sin ella no habrías emprendido el camino.
Pero no tiene ya nada que darte.Aunque  la  halles  pobre ,  Itaca  no  te  ha  engañado.
Así,  sabio  como  te  has  vuelto,  con  tanta  experiencia,
entenderás  ya  qué  significan  las  Itacas.
 
El olvido 
Encerradas en un invernadero,
bajo los cristales, las flores olvidan  
cómo es la luz del sol  
y cómo sopla, al pasar, la húmeda brisa. 

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