La Medea de Jean Anouilh tiene la actitud vital de los héroes. Ella no puede dejar de ser quien es, para convertirse en otra.
Medea
Jean Anouilh
Editorial Losada
Buenos Aires, 1962
En 1946 se estrena la obra del dramaturgo francés Jean Anouilh (1910, Burdeos, Francia – 1987, Lausana, Suiza). Se inspira en Medea, la tragedia de Eurípides. En ésta Afrodita, instigada por Heras, hace que Medea se enamore apasionadamente de Jasón, el príncipe de Yoleas. Él debe obtener el vellocino de oro, que guarda el padre de Medea. Ésta lo traiciona y ayuda a que su enamorado obtenga lo que desea. Los dos huyen a Corinto. Viven diez años como pareja. Ahí Jasón abandona a su esposa y se casa con la hija del rey.
Medea, desesperada, no entiende cómo puede ser abandonada después de que dio todo a quien amaba. En adelante el sentido de su vida será vengarse de la afrenta que ha recibido. El demonio de la venganza anida en ella. Mata a los hijos que ha tenido con Jasón. Como madre sufre, pero no se detiene. En el logro de su propósito está dispuesta a todo. Medea es la expresión de la locura, de la irracionalidad, frente a la razón y la mesura.
Anouilh reinterpreta la obra de Eurípides. Reflexiona, al igual que los trágicos griegos, sobre la condición y la existencia humana. Como el público griego que presencia las tragedias, nosotros ya conocemos la historia. La diferencia, lo nuevo, está en la manera como se desarrolla la trama y se penetra en la problemática humana de los personajes. En su dramaturgia los amantes, Medea y Jasón, experimentan la comunión.
La vida cotidiana conduce al agotamiento de la relación. El amor se convierte en odio. En la obra de Anouilh se enfrentan dos tipos de seres humanos. Los comunes, que son la mayoría, y los héroes, que son la minoría. Jasón pertenece a los primeros y Medea a los segundos. Él la amó, pero ahora quiere vivir una vida tranquila, normal, y no en medio de la turbulencia que supone estar con ella. Medea ya no lo ama, pero no lo quiere dejar ir porque no puede vivir sin él. Se ha generado una dependencia que no esta dispuesta a superar. Mejor la muerte. Para ella el mundo no se entiende sin Jasón, pero para él, el mundo sólo es posible sin ella.
La Medea de Anouilh tiene la actitud vital de los héroes. Ella no puede dejar de ser quien es, para convertirse en otra. En ella priva lo irracional, lo salvaje y demoniaco, que es propio de los seres excepcionales. Anouilh se inspira en Eurípides, pero crea otra obra y otros personajes. No son lo mismo. Él plasma su propia idea de la condición y existencia humana. Del hastío, del límite del amor, y de la huida de la existencia cotidiana a través de la muerte. (En 1968 leí por primera vez la obra y me impresionó mucho).
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