… y la experiencia de la vida nos enseña que allí donde no se puede vivir en paz con nuestros semejantes, no existe admiración poética ni goces artísticos capaces de llenar el abismo que se abre en el fondo de nuestra alma.
George Sand, Un invierno en Mallorca
Inicio una serie de artículos dedicados a unos días vividos recientemente en Mallorca, recogiendo el espíritu y la letra de un libro muy controvertido sobre esta isla, Un invierno en Mallorca (1), de la escritora francesa George Sand (seudónimo de su auténtico nombre y género, Amandine Aurore Lucile Dupin, baronesa Dudevant), pareja de Chopin en una arriesgada aventura de amor en la isla en el siglo XIX, concretamente desde el 15 de diciembre de 1838 al 11 de febrero de 1839, unos años después de la desamortización de la Cartuja donde finalmente se hospedaron. Inicié su lectura movido por la curiosidad de una experiencia muy atrevida de Sand y Chopin, en el contexto histórico de un país y de una isla con serias limitaciones sociales y sin vestigio alguno de lo que llegaría a ser un día todavía muy lejano en el espacio y en el tiempo.
La lectura es una semblanza muy dura sobre Mallorca, es más, creo que no me equivoco si la catalogo como demoledora. No conocía esta aventura tan atrevida para los momentos en los que tuvo lugar, pero la sombra de Chopin, “nuestro enfermo” en palabras recurrentes de Sand al referirse al gran músico, nunca por su nombre, me atenazaba en la lectura de un libro que me dejaba con el espíritu sobrecogido al leer cada página, ante una descripción que no deja títere con cabeza en esta isla. Allí estaba él, con la etiqueta equivocada de “tísico”, echado de mala manera de la primera casa que habitaron y de la que tuvieron que salir de muy mala forma, Son Vent, en Establiments, de la que tuvieron que comprar finalmente y a precio de oro todo lo que de alguna forma había entrado en contacto con el músico, como si fuese un apestado, por una enfermedad que no era tal.
Vivieron al final en una celda de La Cartuja de Valldemossa, que actualmente se puede visitar, de la que cuenta detalles verdaderamente asombrosos, donde Chopin compuso obras inolvidables en su pianino Pleyel, expresamente traído desde París, “llegado en el mejor estado posible a pesar del mar y del mal tiempo, y de la aduana de Palma…”, que “llenaba la bóveda elevada y resonante de la celda con un sonido magnífico”, tales como algunos de sus Preludios entre los que destaca el llamado “Gota de Lluvia” (op. 28, No. 15), la segunda Balada en fa mayor op. 38, el tercer Scherzo en do sostenido menor op. 39 y una de las Polonesas, la op. 40. Referido al preludio Gota de Lluvia, Sand escribió sobre el compositor: “[…] Mientras tocaba el piano tuvo un sueño en el que se vio a sí mismo ahogado en un lago y grandes gotas de agua helada caían de forma regular sobre su pecho. Cuando le hice escuchar el sonido de las gotas de lluvia que, de verdad, estaban cayendo desde el tejado, rítmicamente, negó haberlas oído. Se enfadó mucho de que yo lo interpretara como la muestra de un sonido imitativo. Protestó con toda su fuerza -y tenía razón- contra la puerilidad de dicha imitación auditiva. Su genio estaba lleno de misteriosos sonidos de la naturaleza, pero transformados en sublimes equivalencias musicales en su pensamiento pero no a través de imitaciones sin originalidad de los sonidos reales.»
Tengo que reconocer que encontré en este libro una frase en sus primeras páginas, como nota del autor, que me pareció muy afortunada: “¿Por qué viajar cuando no se está obligado a hacerlo? […] Es que no se trata tanto de viajar como de partir. ¿Quién de nosotros no tiene algún dolor que olvidar o algún yugo que sacudir?”. Efectivamente, un viaje siempre es un punto de partida para vivir nuevas experiencias, ir hacia alguna parte…, a un lugar escondido en el alma. Y esta razón de partir fue la que me impulsó a buscar ahora en Mallorca algo más que viajar a cualquier precio, sin estar obligado a hacerlo.
Sevilla, 11/VIII/2016
(1) Sand, George (1975). Un invierno en Mallorca. Palma de Mallorca: Ediciones La Cartuja.
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