Esperando a los bárbaros
Waiting for the Barbarians. Ciro Guerra. EUA, Italia, 2019.
Esperando a los bárbaros (2019) es el tan esperado debut en inglés del director colombiano Ciro Guerra, recordado por Pájaros de Verano (2018) y la nominada al Oscar El Abrazo de la Serpiente (2015). El filme se queda en las buenas intenciones, es más de lo mismo a lo que nos tiene acostumbrado el director, pero ahora con reconocidas celebridades de Hollywood.
Empecemos por el guion, que fue casi un traspaso literal de la novela homónima, pues no hubo una verdadera adaptación. El autor de ambas versiones, J.M. Coetzee, puede ser un Nobel de literatura y la potencia de sus libros es indudable, pero el lenguaje cinematográfico es algo que no maneja en su totalidad. Toda la historia se explica por sí sola y el mensaje está claro: los inmigrantes, la xenofobia, el odio, el blanco conquistador sobre el de piel oscura… Aunque no deja de ser interesante y actual, no hay una invitación real a una reflexión acerca del tema, por parte del espectador, ni una identificación con los personajes. La linealidad y el ritmo no ayudan a contar la historia, haciéndola más lenta y pesada de lo que ya es. La división de la historia en las cuatro estaciones, cada una con su título, es innecesaria.
Pero el ritmo es algo típico del director, desde el comienzo se ven los largos planos de presentación de lugares y personajes que suele usar, algo que ya se ha convertido en un sello del director y se ve hasta en la serie que hizo para Netflix, Frontera Verde (2017). Es cierto que las películas de Guerra no se caracterizan por seguir las normas tradicionales, no tienen esos eventos detonadores de la historia que dictan los manuales de guion y generan el interés en el espectador común. Su ritmo es lento, pausado, delicado.
Por eso es que cerca de los veinte minutos de película se presenta el primer evento que dispara al personaje a actuar: el magistrado (Mark Rylance) recibe la vista del Coronel Joll (Johnny Depp), quien llega a inspeccionar el lugar y a cuestionar a dos prisioneros, unos «bárbaros» que han venido buscando medicina para una herida que no sana. Uno de los hombres muere, lo que obliga al magistrado a abrir los ojos ante la realidad que vive, que parece aplastar la nobleza y decencia que abundan en él. En el proceso encuentra a una mujer (Gana Bayarsaikhan) que fue brutalmente lastimada por el ejército y por la que despierta unos sentimientos, que mientras que en el libro son de carácter sexual, acá son de empatía y lástima, hasta devolverla a su gente y causarle el peor de sus problemas.
Rylance es quien que se queda con todos los aplausos por su genial actuación como el magistrado, impecable como siempre, lleva toda la película en sus hombros. A través de él está la empatía con los bárbaros y con todas aquellas víctimas de la violencia del imperio. Por brindarles una mano e involucrarse con los «indeseados» bárbaros, es que termina ridiculizado y castigado cruelmente. El hombre inteligente, sensible, noble, dedicado y estudiado es el sometido, el abusado… Creo que ya entendieron el mensaje, y así es toda la película, no hay que leer entre líneas, porque está plenamente expuesto, y aunque no deja de ser muy poderoso, se diluye.
Johnny Depp no tiene una participación memorable ni magistral, tampoco es una actuación diferente a las que nos tiene acostumbrados, solo unas gafas que a más de uno le encantaría tener. Su supuesta maldad se queda corta y las acciones fuertes que su personaje tiene suceden fuera de escena, quedándose entonces como anécdotas. Robert Pattison, la otra gran estrella que aparece en el cartel, llega a los 75 minutos del filme, resume toda la historia hasta ese momento en tres diálogos y toma la acción en sus manos, dándole al relato un ritmo diferente y ágil, pero que no dura mucho. Su crueldad empieza a construirse y a generar cierto interés, pero el personaje desaparece tan rápido como llegó.
Como suele suceder en las películas de Guerra, lo mejor está en la parte visual: el vestuario es increíble y la fotografía del famoso Chris Menges, el ganador del Oscar por su trabajo en La misión (The Mission, 1986) y Los gritos del silencio (The Killing Fields, 1984), es impecable. Omitiendo la evidente falla de raccord en la que un personaje que ya se había movido reaparece mágicamente en el mismo lugar, la película es una buena pieza cinematográfica, pero que carece de alma y de emoción.
Tristemente, el tema sigue siendo muy actual en el mundo entero, el abuso del poder y las ambiciones desmedidas siguen llevando a los que están a cargo de países enteros a desangrar lentamente a una sociedad sometida que quiere hacer el bien y vivir en paz. Quizá por eso la falta de referencia de la época y el lugar en toda la historia –a pesar del acento británico de los actores principales–: ¿Quiénes son realmente los bárbaros, al final de cuentas? ¿Los pobladores originales de la región, unos nómadas que van por las tierras en su eterno recorrido, o el ejército que saquea, viola y mata en nombre de un imperio? Puede ser cualquiera, en algún lugar del mundo. Puede ser su país, el mío o ambos. Los hechos quedan claramente expuestos como una herida abierta, pero como película, no toma partido al respecto, carece de una mirada realmente crítica y fuerte, solo se queda en las buenas intenciones y eso no es suficiente para llenar salas de cine o para arrasar con premios.
Trailer:
Ficha técnica:
ESPERANDO A LOS BÁRBAROS (Waiting for the Barbarians), EUA, Italia, 2019.Dirección: Ciro Guerra
Duración: 112 minutos
Guion: J.M. Coetzee
Producción: Monika Bacardi, Michael Fitzgerald, Cristina Gallego, Andrea Iervolino, Olga Segura
Fotografía: Chris Menges
Música: Giampiero Ambrosi
Reparto: Mark Rylance, Johnny Depp, Robert Pattinson, Gana Bayarsaikhan
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