S�bado 26 de abril de 1997, Buenos Aires, República Argentina |
EUFORICO. Así se mostró el famoso autor de "Crónicas marcianas" en su excursión al Planetario. | Mi única razón para desear ser inmortal es que podría llegar a Marte, fantaseó alguna vez el escritor Ray Bradbury. Ayer, en el Planetario, el autor -que llegó de Estados Unidos para participar de la Feria del Libro- , pareció cumplir su sueño de eternidad. Todo el planeta rojo estuvo presente para recibirlo: la magia del proyector permitió que Bradbury se viera, de repente, rodeado de la superficie llena de cráteres de ese lejano y por él adorado lugar del universo. |
Un taller para los docentes | Habían pasado ya las 11 de la mañana -casi las 17, según el reloj del Planetario, que marca las horas siderales utilizadas en las investigaciones astronómicas- cuando el escritor entró al auditorio y repartió saludos y besos con la mano. De pelo blanco y anteojos, parecía que, al sonreír, los mofletes inflados le agrandaban el aspecto de personaje simpático que inspira su figura. Bradbury fue recibido por distintos funcionarios, entre ellos la secretaria de cultura del gobierno de la ciudad, María Sáenz Quesada, que un rato más tarde lo declararía visitante ilustre. Después de las presentaciones de rigor, el escritor reclinó su traje de tono claro y su colorida corbata en la butaca; fue entonces cuando el cielo del auditorio empezó a oscurecer. El autor no había estado nunca en Buenos Aires y, por primera vez, veía desde esta ciudad el cielo austral. De este lado del mundo descubrió los astros pero en posición invertida: Las tres Marías, La Cruz del Sur, la Vía Láctea, algún asteroide, los anillos de Saturno y, por supuesto, el contorno brillante y rojizo del planeta Marte. El espectáculo era conducido por Antonio Cornejo, director del Planetario, quien daba nombres y explicaciones relacionadas con las figuras celestiales que aparecían en el techo. "Según Bradbury, los marcianos son espíritus refulgentes, luces azules que hablan sin lenguas, seres que pueden aparecer con la forma que la imaginación desee adoptar", describió el profesor y lanzó una pregunta: "¿Están preparados para ver uno?". En ese momento el proyector produjo el milagro: en medio del paisaje aparentemente desolado de Marte apareció una foto de Bradbury, "el líder de los marcianos, el ilustre marciano", según las expresiones del conductor. El propio autor lo explicó después: "En algún momento nosotros vamos a ser los marcianos, los que nos mudemos a otras partes del universo". Un libro clave Nacido en la Tierra hace 76 años, Bradbury soñaba con conocer Marte desde los siete u ocho. Empezó a escribir a los doce y la literatura le permitió lo que la ciencia no le facilitó todavía: en 1950 emprendió un viaje intergaláctico con la imaginación y a su regreso publicó Crónicas marcianas, un título que recorrió el planeta y marcó para siempre el género de la ciencia ficción. El libro fue presentado por Jorge Luis Borgesque, en el prólogo, anotó: "Su tema es la conquista y colonización del planeta. Esta ardua empresa de los hombres futuros parece destinada a la época, pero Ray Bradbury ha preferido un tono elegíaco. Los marcianos, que al principio del libro son espantosos, merecen su piedad cuando la aniquilación los alcanza. Vencen los hombres y el autor no se alegra de su victoria". Después vinieron El hombre ilustrado,Farenheit 451, El vino del estío y muchísimos otros títulos, además de guiones para televisión y cine, obras de teatro y poesías. Con su presencia, Bradbury acompañará, en la Feria del Libro, la difusión de dos de sus textos más recientes: Más rápido que la vista (cuentos) y Columna de fuego y otras obras para hoy, mañana y después de mañana, un volumen que reúne piezas teatrales. El autor nunca quiso encasillar su literatura en el género de la ciencia ficción pero, aun a su pesar, así será recordado por generaciones y generaciones de amantes del cosmos. Escribir es más fácil "Cada vez escribo más, todos los días tengo nuevos cuentos. Hay un libro que está por aparecer y recientemente hice otros tres guiones para cine. Cada vez estamos más rodeados de tecnología y eso facilita la escritura porque hay más motivos para celebrar y también más para criticar", explicó el autor en la charla que siguió a la presentación del espectáculo. En muchas de sus obras, la tecnología y la mecanización convierten al mundo en un universo oscuro y totalitario, donde los libros son prohibidos o directamente dejan de existir. "Pero no será así, siempre habrá libros. Porque la computadora es un aparato lejano, distante; en cambio, el libro es como un niño, uno puede tomarlo y abrazarlo contra el pecho. Es algo mucho más hermoso", se corrigió el escritor. Bradbury asesora permanentemente a la NASA. Cuentan que, en agradecimiento, el organismo lo invitó formalmente a integrar una de las tripulaciones que partía en misión exploratoria y que el escritor rechazó la invitación. No lo dijo pero parece que, por entonces, su pánico a los aviones -o a cualquier otro tipo de máquina voladora- era enorme. El escritor siempre prefirió despegar la imaginación, pero no los pies, de la tierra. A fuerza de los tres martinis que se tomó cada vez que no le quedó más remedio que volar, empezó a perderles el miedo a los aviones. En una oportunidad hasta le presentó al presidente George Bush un proyecto para colonizar la Luna y Marte. "El viaje espacial es nuestra manera de ser inmortales. En el mejor sentido, es un esfuerzo religioso, para religar -como dice la palabra- para unir cosas", explicó en el Planetario. El sueño eterno, otra vez: "Cuando me muera me gustaría que me pusieran en una latita y me llevaran a Marte". El planeta Bradbury El 20 de julio del 76 una nave construida por el hombre llegó por primera vez al planeta rojo. Ese memorable día, el escritor le dijo a un periodista que el planeta debería llevar su nombre o el del padre de Tarzán: "Marte pertenece tanto a Edgar Rice Burroughs, creador de relatos marcianos, como a mí mismo. Hicimos un trabajo valioso, algo así como una agencia de viajes del planeta". En sus Crónicas marcianas el escritor fue más lejos que la realidad. Puso mes y año al primer viaje tripulado a Marte: febrero de 1999. Pero la profecía se adelantó. El de ayer en el Planetario no fue un viaje real, es cierto, pero a Ray Bradbury le sobra imaginación. | |
JUDITH GOCIOL |
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