Juan Carlos García Reig. Los días de Miércoles. Municipalidad del partido de Pueyrredón. Ente de cultura. Mar del Plata. 1996.
-En sus cuentos breves el tema de la muerte suele aparecer con cierta frecuencia, ¿a qué se debe?
-No es un tema privativo de mis cuentos, habrá notado que en la vida también suele aparecer con cierta frecuencia.
-¿No teme jugar con la muerte?
-Soy un escritor temerario.
-¿Qué está escribiendo ahora?
-Un cuento trivial: el escritor que dialoga con la muerte y la muy pícara lo sorprende en la mitad de una palabra.
-¿cuál palabra?
-No sé, pero seguramente le va a faltar la última sílaba y el cuento quedará inconclu.
CURIOSIDADES DEL REINO ANIMAL
-Buenas tardes, queridos televidentes, hoy tenemos con nosotros a una exquisita modelo: Lulú Coquette. ¿Qué tal, Lulú?
-Bien Moncha, encantada de estar en tu programa.
-Gracias querida. Contanos, amorosa, en qué andás, sé que estuviste viajando por el interior del país.
-Efectivamente, Moncha. Fue una idea genial que tuvieron los directivos de la Revista Cosas de Mujeres; decidieron hacer las fotos de la colecciónotoño –invierno en una reducción indígena.
-Debe haber sido una maravillosa experiencia.
-La verdad que si. Al principio los indios no querían saber nada y se escondían, pero después entraron en confianza y hasta posaron con nosotras. ¡Son una amor!
-En el interior la gente es muy cálida.
-Cierto, ¿Ves este okubí que tengo puesto?, me lo regalaron ellos.
-Desde hoy que te estoy mirando la estola.
Señor director un primer plano por favor. Es espléndida. ¿qué piel me dijiste que es?
-Okubi, pero no es una estola, es un animal vivo, es...¿cómo te explico?, como una especie de lombriz gigante y peluda. Allá los indios lo usan a manera de bufanda y les queda regio con ese estilo tan negligé que tienen.
-¡Ay Lulú, no te da impresión tenerlo sobre los hombros!
-Para nada Moncha, es totalmente inofensivo y aparte se pasa todo el día durmiendo el muy estúpido.
-No l o insultes pobre criatura de Dios.
-¡Oia! Mirá Moncha, se despertó el idiota, ¿ves cómo se mueve?.
-¡Qué maravilla! ¡cómo se te enrosca en el cuello!...Parece una serpiente, ¿no te ahorca?
-¡Au-xi-li-o!
-¿Cómo decís?
-¡ahggg!
-No me contestes ahora amorosa. Vamos a un corte comercial.
-¡Ya apareció: Enciclopedia de las Curiosidades del Reino Animal! En los fascículos uno y dos , al precio de uno, entérese de la gran inteligencia de los delfines y de la extremada susceptibilidad del okubí.
LOS DÍAS DE MIÉRCOLES. García Reig
I
En medio de la plaza de Cristiano Degollado había quedado una estaca con una calavera en la punta, clavada allí desde siempre, y que diera origen al nombre del pueblo. Había sido exquisitamente reproducida en el escudo de la delegación municipal; rodeada de laureles, aparecía la estaca sostenida por dos brazos, y la calavera con un gorro frigio encasquetado.
Sólo los amigos de La Mona Dormida sabían a quién había pertenecido aquella cabeza.
Llegaron una noche cuando lo único existente en aquella parte del mundo era una miserable pulpería son nombre. Allí se encontraron; venían huyendo, cada cual por su camino prófugos de la razón. Compartieron unos vinos y hablaron de la perra vida, hasta la madrugada. Desensillaron, acomodaron los recados dentro del boliche, y se quedaron a dormir la mona. Al día siguiente, olvidaron hacia dónde iban y decidieron quedarse a vivir allí, convirtiéndose en los primeros pobladores.
El payador Luis Reales, desde un oscuro rincón de La Mona Dormida, aseguraba que el cristiano degollado fue un sargento de las huestes de Prudencio Rosas que había perdido la cabeza en un enfrentamiento con los hombres de Pedro Castelli, durante la Revolución de los Libres del Sur.
-La cabeza del sargento- evocaba el payador- corría por el campo de batalla maldiciendo a los salvajes, asquerosos, inmundos unitarios , y al grito de Viva la Santa Federación arengaba a la tropa haciendo rodar a los caballos adversarios prendida a las patas con los dientes, mientras el resto de su cuerpo blandía una espada.
-Ni la victoria sosegó la cabeza del guerrero-continuó el payador-. Dentro de un charco, con la boca ensangrentada, aún clamaba venganza. S jefe la alzó de los pelos, galopó más allá del Salado y la dejó clavada sobre una estaca, vociferando maldiciones, hasta que un día se le cayó la mandíbula y dejó de protestar.
-Claro está- consideró el Tero Bazet-.Calavera no chilla.
-Seguro-ratificó Cacho.
-Desde entonces, el sargento anduvo errante, buscando su cabeza-siguió el payador-. Se lo vio pasar por Trenque Lauquen, donde se entreveró fiero con un ombú que se interpuso en su camino.
-Desorientado, el hombre-consideró el Toto Naviera-. De seguir así , nunca va a llegar a destino.
-No quieran saber su suerte si llega a toparse con un ombú pendenciero-advirtió el Tero.
-Quizás lo terminen de despedazar los jabalíes opinó el Negro.
-Algún día vendrá el cristiano degollado a llevarse su cabeza y todo se irá a la miércoles-profetizó el payador.
-Amén-concluyó el Cacho.
II
La fecha de fundación de Cristiano Degollado era incierta. SE conmemoraba el 18 de mayo, día de la escarapela, fecha en que un gobernador rubricó el decreto mediante el cual se reconocía la existencia del pueblo. Reconocimiento que desilusionó a los amigos de La Mona Dormida que creían vivir en un pueblo fantasma.
El delegado municipal del Partido de Coronel Eleuterio Williamns en el pueblo, era designado por el intendente de Quinto Infierno, localidad cabecera del Partido. Al primero lo molieron a palos en la Cena de Bienvenida, al segundo, le robaron el caballo, la guitarra y la mujer, al tercero , el Negro Porrúa le ganó el puesto jugando al truco.
El entonces intendente de Quinto Infierno, Don Benigno Torquemada, quien para mantener vivo el recuerdo de su finada esposa, había bautizado con ese nombre a su gata y su Ford T; dispuesto a acabar personalmente con el diferendo, puso en marcha la Flora y se fue, echando contraexplosiones, a Cristiano Degollado.
-Ave maría-saludó Don Benigno al entrar a la Mona Dormida.
-Ave César-respondió el Tero.
-Vengo a jugar la revancha-dijo dirigiéndose al Negro-. Si ganás te nombro delegado, y a otra cosa, mariposa.
-Borranos del mapa si querés -le espetó el payador desde la sombra-. Aquí no hay delegado que valga.
-Momento, compañero, que el quiero es mío-saltó el Negro. TE doy la revancha, pero si gano, no seré yo el delegado, sino quien el pueblo elija.
-Eso-apoyó el Cacho.
-Andá barajando y prepará los porotos-respondió don Benigno, sentándose a la mesa de negociaciones.
Se repartieron las cartas . Don Benigno, reclinándose en su asiento, las orejeó y cantó:
-En el medio de la mar suspiraba un chancho rengo y en el suspiro decía...
-Los chanchos no nadan-interrumpió el Negro.
-De las aves que vuelan me gusta el chancho –opinó Don Benigno.
-Los chanchos rengos no remontan vuelo-consideró el Negro.
-Suspiraba entonces un tortugo rengo-prosiguió don Benigno.
-Se dice tortuga-corrigió el Negro-. Tortuga macho.
-Suspiraba pues un tortuga macho rengo.
-Imposible, las tortugas de mar no tienen patas, tienen aletas.
Esta era una tortuga de tierra.
-las tortugas de tierra no nada ni buelan.
-pero suspiran.
-¿La que suspiraba en medio de la mar no era una gaviota?
-No me rompas las pelotas-calentóse don Benigno-. Suspiraba un chancho rengo y ene l suspiro decía qué flor que tengo.
-Contraflor al resto-desafió el Negro-.Cante.
-Veinticuatro-murmuró Don Benigno.
Veinticinco son mejores.
Resultado de aquel histórico pica-pica fue el documento conocido como “Acta de la Mona Dormnida”, a través del cual el intendente de Quinto Infierno, en uso de las atribuciones que le eran propias, autorizaba al pueblo a elegir su propio delegado.
Al atardecer culminando el festejo, don Benigno se despidió alzando su copa.
-Al gran pueblo argentino, salud-dijo y se fue de jeta al piso.
Lo cargaron entre cuatro en el asiento posterior de la Flora. Le dieron manija, le trabaron el volante, le bajaron los bigotes y la Flora salió disparando, como oca, a campo traviesa, cortando alambradas. Fue perseguida por unos arrieros que la confundieron con una Ford T salvaje. Finalmente, desorientada, terminó por zambullirse en El ahogado, de donde emergió Don Benigno ileso.
Al día siguiente se instaló en Cristiano Degollado el comisario Cerbero, delegado de la policía de la provincia.
III
Se convocó al pueblo a una Asamblea para la elección del delegado.
Entrada la noche ya nadie recordaba en La Mona Dormida para qué se habían reunido.
-Silencio-peticionó el comisario agujereando el techo de un balazo.
Afuera se oyó el llanto de un par de gatos abotonados.
Luciano cargó la escopeta y salió protestando:
-¡Que los parió a estos bichos degenerados!
El payador tomó la palabra:
-Estamos aquí reunidos para elegir un delegado, así que quien se crea capaz de someternos que levante la mano.
Huelga de brazos caídos.
Luciano entró en un bulto, lo depositó suavemente sobre una mesa y dijo a todos:
-parece un bebe, .. un bebe humano.
El comisario se acercó y comenzó a desenvolver los trapos con sumo cuidado, como si se tratase de una bomba. Apareció un bebé desnudo echándoles una meada a manera de saludo.
-Macho, dijo la partera- dijo el comisario.
El boliche estalló de júbilo.
-¿No tenía una carta, una nota, o algo?-inquirió el payador.
-Ni pan abajo del brazo- respondió Luciano.
-Será un ángel caído del cielo-sospechó el comisario.
-Estaría hecho pelota-consideró el Negro.
No tiene alas.
-Ni paracaídas-advirtió el Tero.
-Esto viene de otro lado-intuyó el Toto.
-¿No tenía un repollo encima?=-preguntó el Turco.
La puerta se abrió de una patada y entró Severa Andanza: mujer que supo casarse con un rufián que murió acuchillado en la noche de bodas, de quien heredó El indio Despierto, famoso prostíbulo de Quinto Infierno.
-Lo parió una de mis chicas-pronunció Severa-. Dice que aquí está el padre.
-Seguro-opinó el Cacho.
Risas.
Cristiano Degollado era un pueblo sin mujeres, ni niños, como un barco que se hunde.
-Y dígame, hermana superiora, preguntó el Tero-, ¿quién de la congregación fue la pecadora?
-Jamaica-respondió Severa.
Silencio.
Todos amaba a Jamaica, la más joven del Mujerío que se traía para las noches de juerga. Era negra y sus ojos celestes reflejaban la gloria del día y bailaba como una atrevida, la pulpera de La Mona Dormida.
El niño comenzó a llorar.
-Se desbocó el zaino-comentó el Negro.
-Ya tenemos delegado-dijo el payador alzando al crío. Un verdadero hijo del pueblo.
Aplausos.
-En sus cuentos breves el tema de la muerte suele aparecer con cierta frecuencia, ¿a qué se debe?
-No es un tema privativo de mis cuentos, habrá notado que en la vida también suele aparecer con cierta frecuencia.
-¿No teme jugar con la muerte?
-Soy un escritor temerario.
-¿Qué está escribiendo ahora?
-Un cuento trivial: el escritor que dialoga con la muerte y la muy pícara lo sorprende en la mitad de una palabra.
-¿cuál palabra?
-No sé, pero seguramente le va a faltar la última sílaba y el cuento quedará inconclu.
CURIOSIDADES DEL REINO ANIMAL
-Buenas tardes, queridos televidentes, hoy tenemos con nosotros a una exquisita modelo: Lulú Coquette. ¿Qué tal, Lulú?
-Bien Moncha, encantada de estar en tu programa.
-Gracias querida. Contanos, amorosa, en qué andás, sé que estuviste viajando por el interior del país.
-Efectivamente, Moncha. Fue una idea genial que tuvieron los directivos de la Revista Cosas de Mujeres; decidieron hacer las fotos de la colecciónotoño –invierno en una reducción indígena.
-Debe haber sido una maravillosa experiencia.
-La verdad que si. Al principio los indios no querían saber nada y se escondían, pero después entraron en confianza y hasta posaron con nosotras. ¡Son una amor!
-En el interior la gente es muy cálida.
-Cierto, ¿Ves este okubí que tengo puesto?, me lo regalaron ellos.
-Desde hoy que te estoy mirando la estola.
Señor director un primer plano por favor. Es espléndida. ¿qué piel me dijiste que es?
-Okubi, pero no es una estola, es un animal vivo, es...¿cómo te explico?, como una especie de lombriz gigante y peluda. Allá los indios lo usan a manera de bufanda y les queda regio con ese estilo tan negligé que tienen.
-¡Ay Lulú, no te da impresión tenerlo sobre los hombros!
-Para nada Moncha, es totalmente inofensivo y aparte se pasa todo el día durmiendo el muy estúpido.
-No l o insultes pobre criatura de Dios.
-¡Oia! Mirá Moncha, se despertó el idiota, ¿ves cómo se mueve?.
-¡Qué maravilla! ¡cómo se te enrosca en el cuello!...Parece una serpiente, ¿no te ahorca?
-¡Au-xi-li-o!
-¿Cómo decís?
-¡ahggg!
-No me contestes ahora amorosa. Vamos a un corte comercial.
-¡Ya apareció: Enciclopedia de las Curiosidades del Reino Animal! En los fascículos uno y dos , al precio de uno, entérese de la gran inteligencia de los delfines y de la extremada susceptibilidad del okubí.
LOS DÍAS DE MIÉRCOLES. García Reig
I
En medio de la plaza de Cristiano Degollado había quedado una estaca con una calavera en la punta, clavada allí desde siempre, y que diera origen al nombre del pueblo. Había sido exquisitamente reproducida en el escudo de la delegación municipal; rodeada de laureles, aparecía la estaca sostenida por dos brazos, y la calavera con un gorro frigio encasquetado.
Sólo los amigos de La Mona Dormida sabían a quién había pertenecido aquella cabeza.
Llegaron una noche cuando lo único existente en aquella parte del mundo era una miserable pulpería son nombre. Allí se encontraron; venían huyendo, cada cual por su camino prófugos de la razón. Compartieron unos vinos y hablaron de la perra vida, hasta la madrugada. Desensillaron, acomodaron los recados dentro del boliche, y se quedaron a dormir la mona. Al día siguiente, olvidaron hacia dónde iban y decidieron quedarse a vivir allí, convirtiéndose en los primeros pobladores.
El payador Luis Reales, desde un oscuro rincón de La Mona Dormida, aseguraba que el cristiano degollado fue un sargento de las huestes de Prudencio Rosas que había perdido la cabeza en un enfrentamiento con los hombres de Pedro Castelli, durante la Revolución de los Libres del Sur.
-La cabeza del sargento- evocaba el payador- corría por el campo de batalla maldiciendo a los salvajes, asquerosos, inmundos unitarios , y al grito de Viva la Santa Federación arengaba a la tropa haciendo rodar a los caballos adversarios prendida a las patas con los dientes, mientras el resto de su cuerpo blandía una espada.
-Ni la victoria sosegó la cabeza del guerrero-continuó el payador-. Dentro de un charco, con la boca ensangrentada, aún clamaba venganza. S jefe la alzó de los pelos, galopó más allá del Salado y la dejó clavada sobre una estaca, vociferando maldiciones, hasta que un día se le cayó la mandíbula y dejó de protestar.
-Claro está- consideró el Tero Bazet-.Calavera no chilla.
-Seguro-ratificó Cacho.
-Desde entonces, el sargento anduvo errante, buscando su cabeza-siguió el payador-. Se lo vio pasar por Trenque Lauquen, donde se entreveró fiero con un ombú que se interpuso en su camino.
-Desorientado, el hombre-consideró el Toto Naviera-. De seguir así , nunca va a llegar a destino.
-No quieran saber su suerte si llega a toparse con un ombú pendenciero-advirtió el Tero.
-Quizás lo terminen de despedazar los jabalíes opinó el Negro.
-Algún día vendrá el cristiano degollado a llevarse su cabeza y todo se irá a la miércoles-profetizó el payador.
-Amén-concluyó el Cacho.
II
La fecha de fundación de Cristiano Degollado era incierta. SE conmemoraba el 18 de mayo, día de la escarapela, fecha en que un gobernador rubricó el decreto mediante el cual se reconocía la existencia del pueblo. Reconocimiento que desilusionó a los amigos de La Mona Dormida que creían vivir en un pueblo fantasma.
El delegado municipal del Partido de Coronel Eleuterio Williamns en el pueblo, era designado por el intendente de Quinto Infierno, localidad cabecera del Partido. Al primero lo molieron a palos en la Cena de Bienvenida, al segundo, le robaron el caballo, la guitarra y la mujer, al tercero , el Negro Porrúa le ganó el puesto jugando al truco.
El entonces intendente de Quinto Infierno, Don Benigno Torquemada, quien para mantener vivo el recuerdo de su finada esposa, había bautizado con ese nombre a su gata y su Ford T; dispuesto a acabar personalmente con el diferendo, puso en marcha la Flora y se fue, echando contraexplosiones, a Cristiano Degollado.
-Ave maría-saludó Don Benigno al entrar a la Mona Dormida.
-Ave César-respondió el Tero.
-Vengo a jugar la revancha-dijo dirigiéndose al Negro-. Si ganás te nombro delegado, y a otra cosa, mariposa.
-Borranos del mapa si querés -le espetó el payador desde la sombra-. Aquí no hay delegado que valga.
-Momento, compañero, que el quiero es mío-saltó el Negro. TE doy la revancha, pero si gano, no seré yo el delegado, sino quien el pueblo elija.
-Eso-apoyó el Cacho.
-Andá barajando y prepará los porotos-respondió don Benigno, sentándose a la mesa de negociaciones.
Se repartieron las cartas . Don Benigno, reclinándose en su asiento, las orejeó y cantó:
-En el medio de la mar suspiraba un chancho rengo y en el suspiro decía...
-Los chanchos no nadan-interrumpió el Negro.
-De las aves que vuelan me gusta el chancho –opinó Don Benigno.
-Los chanchos rengos no remontan vuelo-consideró el Negro.
-Suspiraba entonces un tortugo rengo-prosiguió don Benigno.
-Se dice tortuga-corrigió el Negro-. Tortuga macho.
-Suspiraba pues un tortuga macho rengo.
-Imposible, las tortugas de mar no tienen patas, tienen aletas.
Esta era una tortuga de tierra.
-las tortugas de tierra no nada ni buelan.
-pero suspiran.
-¿La que suspiraba en medio de la mar no era una gaviota?
-No me rompas las pelotas-calentóse don Benigno-. Suspiraba un chancho rengo y ene l suspiro decía qué flor que tengo.
-Contraflor al resto-desafió el Negro-.Cante.
-Veinticuatro-murmuró Don Benigno.
Veinticinco son mejores.
Resultado de aquel histórico pica-pica fue el documento conocido como “Acta de la Mona Dormnida”, a través del cual el intendente de Quinto Infierno, en uso de las atribuciones que le eran propias, autorizaba al pueblo a elegir su propio delegado.
Al atardecer culminando el festejo, don Benigno se despidió alzando su copa.
-Al gran pueblo argentino, salud-dijo y se fue de jeta al piso.
Lo cargaron entre cuatro en el asiento posterior de la Flora. Le dieron manija, le trabaron el volante, le bajaron los bigotes y la Flora salió disparando, como oca, a campo traviesa, cortando alambradas. Fue perseguida por unos arrieros que la confundieron con una Ford T salvaje. Finalmente, desorientada, terminó por zambullirse en El ahogado, de donde emergió Don Benigno ileso.
Al día siguiente se instaló en Cristiano Degollado el comisario Cerbero, delegado de la policía de la provincia.
III
Se convocó al pueblo a una Asamblea para la elección del delegado.
Entrada la noche ya nadie recordaba en La Mona Dormida para qué se habían reunido.
-Silencio-peticionó el comisario agujereando el techo de un balazo.
Afuera se oyó el llanto de un par de gatos abotonados.
Luciano cargó la escopeta y salió protestando:
-¡Que los parió a estos bichos degenerados!
El payador tomó la palabra:
-Estamos aquí reunidos para elegir un delegado, así que quien se crea capaz de someternos que levante la mano.
Huelga de brazos caídos.
Luciano entró en un bulto, lo depositó suavemente sobre una mesa y dijo a todos:
-parece un bebe, .. un bebe humano.
El comisario se acercó y comenzó a desenvolver los trapos con sumo cuidado, como si se tratase de una bomba. Apareció un bebé desnudo echándoles una meada a manera de saludo.
-Macho, dijo la partera- dijo el comisario.
El boliche estalló de júbilo.
-¿No tenía una carta, una nota, o algo?-inquirió el payador.
-Ni pan abajo del brazo- respondió Luciano.
-Será un ángel caído del cielo-sospechó el comisario.
-Estaría hecho pelota-consideró el Negro.
No tiene alas.
-Ni paracaídas-advirtió el Tero.
-Esto viene de otro lado-intuyó el Toto.
-¿No tenía un repollo encima?=-preguntó el Turco.
La puerta se abrió de una patada y entró Severa Andanza: mujer que supo casarse con un rufián que murió acuchillado en la noche de bodas, de quien heredó El indio Despierto, famoso prostíbulo de Quinto Infierno.
-Lo parió una de mis chicas-pronunció Severa-. Dice que aquí está el padre.
-Seguro-opinó el Cacho.
Risas.
Cristiano Degollado era un pueblo sin mujeres, ni niños, como un barco que se hunde.
-Y dígame, hermana superiora, preguntó el Tero-, ¿quién de la congregación fue la pecadora?
-Jamaica-respondió Severa.
Silencio.
Todos amaba a Jamaica, la más joven del Mujerío que se traía para las noches de juerga. Era negra y sus ojos celestes reflejaban la gloria del día y bailaba como una atrevida, la pulpera de La Mona Dormida.
El niño comenzó a llorar.
-Se desbocó el zaino-comentó el Negro.
-Ya tenemos delegado-dijo el payador alzando al crío. Un verdadero hijo del pueblo.
Aplausos.
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