El sofocante mundo de los adultos
Debido a su mal desempeño en el colegio, Bill tendrá que estudiar todo el verano para dar su examen final de bachiller. Mientras sus hermanos y su madre veranean en la playa, a él se lo condena a pasar el verano en el campo con un padre distante y severo; un desconocido casi, con el que se siente profundamente incómodo. Sin embargo, esa cercanía le revelará un aspecto inesperado de su padre. Bill descubrirá al hombre tras la correctísima apariencia. Las fisuras, las incoherencias, los sufrimientos quedarán expuestos y aunque no deje de cohibirlo, Bill sabrá quién es su padre en realidad.
La narración en primera persona nos instala en la adolescencia; en la soledad, la tristeza y el desconcierto de esos años. La ambivalencia entre rebeldía y sumisión. El peso de la figura paterna. Las apariencias que dominan tanto a los jóvenes como a los adultos. La relación con el sexo opuesto. Todo pasa por la cabeza de este personaje a veces niño, a veces adulto, que examina, que observa su entorno, que se enoja y que se indigna, que juzga y cada tanto claudica.
Aquel sofocante verano (1906) es una novelle, un género muy utilizado en Alemania que no se reduce a ser breve sino que tiene características propias bien definidas: la unidad de su trama, unos pocos personajes y un giro inesperado que precipita el final. En un prólogo muy esclarecedor, la traductora de la novela, Miriam Dauster, hace un detallado análisis en el que revela las claves para entender mejor el texto. Dauster desmenuza la sintaxis de von Keyserling para mostrar los elementos que inscriben a la novelle dentro del impresionismo, explicando a su vez, las características del movimiento.
El impresionismo surgió en Francia, primero en la pintura con Monet, Degas, Renoir, Cezanne y se trasladó más tarde a la literatura. Comenzó como una reacción contra el realismo y su intención era mostrar un punto de vista subjetivo. Se centraba en la vida mental del personaje, en su percepción de la realidad, sus sentimientos, sensaciones y emociones. En busca del tiempo perdido, de Marcel Proust, es un claro ejemplo de novela impresionista, en donde el personaje recuerda y describe con todo detalle, con constantes digresiones e involucrando para ello los cinco sentidos, toda su vida desde la primera infancia.
Von Keyserling, en la misma línea, se destaca por el colorido de sus imágenes, su despliegue de luces y sombras, de sonidos, de olores con los que crea atmósferas que se mezclan con los procesos mentales del personaje. Una sinestesia entre percepción y pensamiento que nos mete de lleno en la situación del protagonista, experimentando con él cada sorpresa, cada incomodidad, cada humillación.
Como telón de fondo, la mirada crítica de von keyserling sobre la vida aristocrática: la decadencia, el vacío, “la jaula de oro”, la hipocresía de las convenciones sociales y la relación con los campesinos y la servidumbre en la Alemania de principios del siglo pasado.
Eduard von Keyserling (1855-1918) fue novelista, dramaturgo y uno de los exponentes más importantes del impresionismo alemán. Aunque de familia noble, su personalidad lo llevó a ser un marginal en su entorno. No se sentía cómodo con las convenciones de la época. Enfermizo y muy poco agraciado, vivió los últimos veinte años de su vida junto con dos de sus hermanas. La sífilis que había contraído de joven le causaba terribles dolencias. Quedó ciego y más tarde paralítico. En sus últimos años vivió aislado, sin salir casi de su casa y, sin embargo, esos fueron sus años más fecundos como escritor . Varias de las novelas que muchos juzgan como las mejores de su producción las dictó en esa época a sus hermanas.
En Alemania se lo consideraba como uno de los escritores destacados del siglo XIX, y aunque tras su muerte fue olvidado, cada tanto vuelve a surgir el interés por sus obras. En los últimos años se tradujeron y publicaron varias de sus novelas al español. Algunas de ellas: Princesas, En un rincón tranquilo, Dumala, Olas, Otoño en Berlín, Casas en el crepúsculo.
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