Genios y figuras
Cézanne y yo
Cézanne et moi. Danièle Thompson. Francia, 2015.
Dirigida y escrita por Danièle Thompson, Cézanne y yo es un biopic que los amantes del arte van a gozar, ya que retrata la profunda aunque turbulenta amistad que existió entre dos de las más grandes e influyentes figuras del siglo diecinueve, el pintor Paul Cézanne y el escritor Émile Zola, ambos espíritus creativos y observadores críticos de los vicios de la burguesía francesa de su tiempo.
Thompson (Cena de amigos, 2009) sitúa el inicio de la película en el último encuentro de estos icónicos personajes, en 1888, en la villa de Zola tras la publicación de su novela L’Oeuvre (La Obra, 1886), la cual es la más autobiográfica del autor y parece estar inspirada en las vivencias de los artistas de su época; su protagonista Lantier es un pintor fracasado que muestra rasgos y atributos bastante similares a los de Cézanne, detalle que molesta sobremanera al pintor, ocasionando una definitiva ruptura entre ellos. Desde este punto, la historia se remonta por medio de flashbacks hacia su niñez, en el momento en que se conocieron en Aix-en-Provence para ir de ahí narrando la evolución de su entrañable amistad. Así, Cézanne y yo se enfoca principalmente en conversaciones, encuentros y discusiones a lo largo de los años entre estas dos leyendas, que van arrojando datos históricos y biográficos sobre sus paralelas y, a la vez, distintas trayectorias artísticas: mientras Zola proviene de una clase pobre pero con sus obras logra la admiración y el reconocimiento burgués y una posición acomodada dentro de la misma sociedad que critica en sus novelas, Cézanne, hijo de un banquero de buena posición, no es aceptado por la Academia de las Bellas Artes, ni se reconoce su genialidad artística hasta sus últimos años, por lo que vive aislado y en una precaria situación, lo que le ocasiona un enorme pesar.
Definitivamente, la estética es un aspecto al que Thompson da suprema importancia, concentrando su mayor esfuerzo en hacer un retrato de gran calidad técnica, sobre todo por recrear imágenes fieles a la época capaces de llevar al espectador a viajar en el tiempo; asimismo y apoyada por Jean-Marie Dreujou en la fotografía, se concentra especialmente en plasmar en pantalla los vivos escenarios de La Provenza capturados en numerosas obras por Cézanne, y que fueron inspiración para su arte al aire libre (en plein air), con el estilo colorido y naturalista que caracteriza su segunda etapa artística, la de mayor libertad y expresión, un estilo por el que fue señalado, poco comprendido e incluso rechazado por sus contemporáneos, pero que fue fundamental en el posterior desarrollo del arte del siglo veinte.
Sin embargo, quizá Thompson dirige en exceso su filme hacia lo formal y estético, y en menor grado en la conexión emocional con el espectador, utilizando correctamente la información biográfica obtenida a veces de los relatos del mismo Zola para recrear atmósferas muy bellas, encuadres bien compuestos que simulan obras de arte, con una sutileza en la iluminación que los hace verdaderamente atractivos, pero la narración se percibe, de pronto, contenida y hasta cautelosa a la hora de abordar los instantes catárticos o explosivos, sobre todo desaprovechando la representación de la personalidad de Paul Cézanne, a la que pudo sacar mayor partido. Este personaje es interpretado por Guillaume Gallienne (Guillaume y los chicos, ¡a la mesa!, 2013; Ives Saint Laurent, 2014) quien logra sacar a flote su papel debido a su calidad histriónica y definitivamente muestra mayor soltura que Guillaume Canet (The Program, 2015), en el papel de Émile Zola, que se percibe incómodo en ciertos momentos y un poco rígido incluso en algunas secuencias del filme, pero que finalmente ya en conjunto consiguen presentar una pareja creíble, que alcanza a transmitir ese lazo verdaderamente fuerte que los unía en una relación tan tormentosa que parece incluso amorosa, cargada de añoranza, de un cariño desmedido a pesar del alejamiento, no obstante, nublada por el orgullo, los celos, y hasta la competencia por el amor de una mujer: Alexandrine Gabrielle Meley, quien modeló para Cézanne y se casó finalmente con Zola.
En otros aspectos, la banda sonora compuesta por Éric Neveux, aunque es agradable como acompañamiento de la acción, se convierte un recurso que a lo largo de la película refuerza las emociones de manera quizá un tanto redundante, cayendo en la obviedad, que sin embargo va acorde con la belleza de las imágenes y con el tono detallista y esteticista de la película.
Indiscutiblemente, para quien gusta del arte y de las historias de época con tintes biográficos es una cinta que se disfruta mucho, sobre todo en el aspecto visual y de ambientación del contexto que se muestra, así de pronto se ven desfilar por la pantalla figuras centrales de la historia del arte como Manet, Pissarro o Maupassant, que sin ser de crucial importancia para el desarrollo del argumento, dan una idea de la ola de talento que se gestaba en ese momento histórico y de los grandes cambios que se estaban generando a pasos gigantes.
Ficha técnica:
CÉZANNE Y YO (Cézanne et moi), Francia, 2015.Dirección: Danièle Thompson
Duración: 114 minutos
Guion: Danièle Thompson
Fotografía: Jean-Marie Dreujou
Música: Éric Neveux
Reparto: Guillaume Gallienne, Guillaume Canet, Déborah François, Alice Pol, Alexia Giordano, Sabine Azéma, Isabelle Candelier
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