“Aunque las fotos no mienten,
Los mentirosos pueden Hacer fotos”.
Lewis Hine (Burke, 2005)
Los mentirosos pueden Hacer fotos”.
Lewis Hine (Burke, 2005)
Entre la “iluminación profana” (Benjamín, 1929) y la sombra sacra, se construye la imagen del artificio; las raíces de subversión literaria definidas por Andre Breton y Triztan Ztara, esculpieron un onirismo vertiginoso de carácter revolucionario que definió el fotomontaje como dispositivo político y social frente a los desechos de la historia de la primera guerra mundial y contra las bases del naciente nacional socialismo en Alemania.
Desde mucho antes que el montaje de las fotografías fuera un acto político desafiante, era un hecho recurrente el recurso para subvertir la realidad desde la exploración técnica y estética, Oscar Gustave Rejlander (1), trabajo la imagen para el montaje de escenas alegóricas; recortar, iluminar, obstruir, montar y colorear fueron técnicas para sus propuestas visuales. Durante los años siguientes este desarrollo técnico para modificar la materialidad se refinó gradualmente. En el auge de las postales de la primera guerra mundial (2) y la necesidad de circulación de información, dio como origen un método práctico y masivo que desde las trincheras y por la facilidad de la reproductibilidad técnica supuso una distribución masiva de las cartas e imágenes de apoyo a los ejércitos, de situaciones de amor y remembranza. Esta gran colonización de la imagen ayudo a estilizar y aceptar culturalmente el recurso del fotomontaje como medio de representación alegórico construido a partir de la realidad.
“Solo una vez que el cuerpo y el espacio de las imágenes se conjugan en ella con tal profundidad que la tensión revolucionaria se convierte en inervacion corporal colectiva y las inervaciones corporales del colectivo se convierten en descarga revolucionaria, la realidad se puede superar a si misma”, (Benjamín, 1929)
El fotomontaje era una practica narrativa común para la época, desde su sentido artístico se había desarrollado prolijamente a finales del siglo XIX y principios del XX, ya que su recurso era utilizado no solamente como un arte popular y de intercambio postal 0 familiar, sino que se consolidaba como herramienta comunicacional y de posibilidades de experiencia expandida para su época, las cuales poco a poco se incrementaban. Adicionalmente el dominio mecánico desde la cámara fotográfica (3) y la cámara de cine (4) permitían trabajar las imágenes para construir, ensamblar, ajustar y trastocar. De esta manera el fotógrafo y cineasta ya no solamente se constituyen así mismos como los seductores y capturadores de la belleza de su época, sino que se crean justamente como los primeros mecánicos, los primeros ingenieros visuales. Para formar una imagen explosiva y caótica, un provocador desmembramiento de la realidad. (Ades, 1976, pag. 12) (5)
“Los conceptos que seguidamente introducimos por vez primera en la teoría del arte se distinguen de los usuales en que resultan por completo inútiles para los fines del fascismo. Por el contrario, son utilizables para la formación de exigencias revolucionarias en la política artística.” (Benjamín, 1936, pag. 1)
El surrealismo y el dadaismo utilizaron el recurso del fotomontaje para denunciar la situación geopolítica que se avecinaba; cada uno desde sus fundamentos vanguardistas utilizo las imágenes que en revistas, periódicos y postales circulaban, como materia prima para subvertir el discurso hegemónico dominante; varios artistas que hicieron parte de estas vanguardias utilizaron el fotomontaje y a su vez el collage para denunciar, incendiar y proponer política y artisticamente. una toma de posición (6), frente a los hechos que continuamente denunciaban o defendían según su lugar de origen.
Así las vanguardias dadaistas y surrealistas, en contraposición al futurismo y constructivismo; a pesar de que las cuatro utilizaron como recurso técnico el fotomontaje, solamente el dadaismo y el surrealismo denunciaron el riesgo del progreso como botín del desarrollo, al estar “avant garde” de los hechos políticos y sociales de su tiempo, sus denuncias alertaron a occidente del proceso fundamental de la política como promesa o botin del desarrollo sin pensar en sus consecuencias; así el fotomontaje lucho abiertamente contra la propaganda enfocada en futuro, fue una guerra de imágenes.
Así las vanguardias dadaistas y surrealistas, en contraposición al futurismo y constructivismo; a pesar de que las cuatro utilizaron como recurso técnico el fotomontaje, solamente el dadaismo y el surrealismo denunciaron el riesgo del progreso como botín del desarrollo, al estar “avant garde” de los hechos políticos y sociales de su tiempo, sus denuncias alertaron a occidente del proceso fundamental de la política como promesa o botin del desarrollo sin pensar en sus consecuencias; así el fotomontaje lucho abiertamente contra la propaganda enfocada en futuro, fue una guerra de imágenes.
El fascismo del nacional socialismo se erigió sobre la base del exterminio de la oposición ideológica, racial y cultural, en base a las consideraciones de los lideres nazis que definieron como degenerado algunas obras del arte moderno y muchos artistas, pensadores y comunistas, entre estos aspectos no solamente fueron las masacres humanas y los asesinatos selectivos, sino ambientar la quema de libros (7) y las obras de arte lo que produjo el gran costo del desarrollo en contraposición al humanismo.
Así en estos primeros años de la evolución de la cámara fotográfica y las destrezas técnicas, cada vez mas se fue perfeccionando el testimonio y la técnica fragmentada de la realidad desde el fotomontaje, desde las vanguardias surrealistas y dadaistas, era indispensable su distribución: que llegara a todos, que subvirtiera todo; que destrozara toda idea. Si en la primera guerra mundial los seres humanos perdían el habla y el testimonio, ahora era imposible no verlo, no ver la destrucción intencional del montaje y no retenerla en “el inconsciente óptico”, que a mediados de 1930 a 1940 en Europa desde muchos años atrás las imágenes habían tornado ya en una posición frente a un régimen opresivo. El shock del observador ocurre cuando el fotomontaje cobra sentido ante lo visto en lo vivido (9).
Si bien es cierto que en los inicios de la fotografía, la destreza técnica del fotomontaje evolucionó hasta convertirse en un recurso político/artístico predominante, su uso y desarrollo no solamente se incremento en los tiempos de la segunda guerra mundial sino que gracias a sus avances técnicos, su poder como dispositivo político y artístico tiene aun hoy, después de un siglo de uso, un peso político de gran importancia (la concepción del Meme como recurso propagandístico a tenido hoy más auge que nunca, nuestros ojos han comprendido las metáforas de la composición simulada de hechos y personajes como subversión y propaganda a sus ideas originales) es este un recurso técnico el cual aporta como herramienta artística a las encrucijadas contemporáneas de la imagen y la cultura tanto estéticas como políticas; tomando posición para la construcción de documentos y obras de arte.
Escrutar, recortar y recomponer siguen siendo técnicas tan poderosas y accesibles para todos como para cuestionar artisticamente los hechos políticos de la guerra y la cultura. Si bien es cierto que la técnica cobraba un sentido muy importante en las vanguardias del dadaismo y surrealismo, en los diferentes periodos de la historia la tecnica ha sobrepasado los límites ideológicos al ser el recurso que eficazmente remite a los lugares, los hechos y los personajes de manera dialéctica.
En el fotomontaje se recompone la veracidad de la imagen a través del desmontaje y remontaje, creando intervalos, nuevas relaciones y construyendo nuevos relatos de una verdad ya contada sobre los hechos de la historia.
Es aquí donde la fotografía y el fotomontaje como instrumento productor de imágenes y sustrato del tiempo, la historia y la cultura son un documento de barbarie.
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