A medida que transcurrieron las primaveras, sus hijos fueron creciendo, aprendiendo todas las artes guerreras de su pueblo, y granjeándose la simpatía del resto de los jóvenes de la tribu, aun cuando la mitad de la tribu se decantaba por uno de ellos como sucesor de su padre, y la otra mitad a favor del otro, lo que provocaba, alguna que otra vez, leves disputas entre ambos grupos.
Ambos se convirtieron en excelentes jinetes, por lo que poco antes de que tuviera lugar la celebración de la ceremonia ritual en que se convertirían en guerreros, su padre, les regalo sendos caballos.
Con el fin de que no hubiera envidias entre ellos, ni se sospechara predilección hacia alguno de sus hijos, los dos caballos eran de igual tamaño y ambas excelentes y veloces yeguas.
No obstante, dado que los jóvenes satoidi, cada vez que iban a cabalgar, se enzarzaban en una agria discusión sobre cual era la yegua de cada uno,
- Caballo tuyo, caballo mio
- ¡No, caballo mio, caballo tuyo!
- ¡¡No, no caballo tuyo, caballo mio.!!
- ¡¡¡ ................!!!
su padre decidió consultar al hechicero de la tribu, el cual tras consultar con las estrellas, corto la cola de una de ellas, entregando a cada uno de los hermanos dándole a uno el de la cola corta, y al otro el de la larga cola.
Pero a los dos días, cabalgando por la pradera cercana, el caballo que mantenía intacta su cola, fue a engancharse con unas zarzas, dejándosela en ellas; hecho éste que no fue percibido por ninguno de los hermanos, hasta que al día siguiente, al ir a montar sus yeguas, observaron que ambas tenían cortas sus colas.
Tan enconada fue la discusión que mantuvieron esta vez.....
- Caballo tuyo, caballo mio
- ¡No, caballo mio, caballo tuyo!
- ¡¡No, no caballo tuyo, caballo mio.!!
- ¡¡¡ ................!!!
Que Cabeza de Bisonte, viendo que en esta ocasión, la discusión entre sus hijos había llevado, casi a la pelea entre los partidarios de uno y otro hijo, optó por reunir al Consejo de la Tribu quienes tras deliberar, el Consejo de los Satoidi decidió que había que cortar la mitad de las orejas a una de las yeguas, con el fin de que supiera cada uno cual era la suya. Y a sí se hizo.
La paz se restauro en la tribu, y los hermanos volvieron a cabalgar juntos de nuevo.
Pero, tres días duro la paz, pues al cuarto día durante una veloz cabalgada por el bosque cercano, la yegua a la que no habían cortado las orejas, al rozar una rama baja y fina de un árbol, se seccionó la mitad de sus orejas.
- Caballo tuyo, caballo mio
- ¡No, caballo mio, caballo tuyo!
- ¡¡No, no caballo tuyo, caballo mio.!!
- ¡¡¡ ................!!!
Nuevamente llegó la discusión a la tribu, pero esta vez alcanzando una intensidad y tensión inusitada.
Todo el grupo de jóvenes de los satoidi acudió a la entrada del teepe de Cabeza de Bisonte, llegaron encrespados, furiosos los unos con los otros, cada grupo apoyando al hermano de su predilección, dispuestos a entablar batalla para discernir la cuestión.
Cabeza de Bisonte, observando a los dos caballos, meditaba sobre la solución al nuevo problema, mientras la cólera entre los dos grupos iba en aumento.
- Caballo tuyo, caballo mio
- ¡No, caballo mio, caballo tuyo!
- ¡¡No, no caballo tuyo, caballo mio.!!
- ¡¡Caballo suyo, caballo tuyo,....¡¡ Caballo tuyo, caballo suyo.....!!!
Había consultado al hechicero, al Consejo de la Tribu, y las soluciones aportadas no habían zanjado definitivamente la cuestión.
¿Existiría una poderosa maldición que enfrentaría a su tribu? - Pensaba Cabeza de Bisonte - mientras intentaba buscar una solución a tan espinoso dilema.
La solución vino a través de la sabiduría de la esposa de Cabeza de Bisonte, quien alarmada y enfadada por tanta algarabía, saliendo del teepe,.....tras observar a sus hijos y a sus yeguas, sentenció:
"¡¡Pero que hijos más tontos tengo!! Toma,... para ti el blanco, y para ti el negro!!"
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