lunes, 8 de enero de 2024

El toque Lubitsch

 

El toque Lubitsch

Cine

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El toque Lubitsch

 

Ernst Lubitsch es el director alemán que triunfó en Hollywood con un tipo de humor al que todos admiran por su inigualable elegancia.

Es el llamado “toque Lubitsch”: el humor sutil que, protagonista de Edad de Oro de Hollywood, genera algunas de las mejores comedias de la historia del cine. Comedias del tipo screwball (de enredos), con los argumentos ingeniosos que caracterizan a su época, con ese carácter despreocupado y con mucha naturalidad, pero además con ciertos toques deliciosos al momento de generar la sonrisa: sugiriendo con las imágenes y poniendo un ingenio decididamente agudo en las palabras.

El toque Lubitsch, en general, es imposible de explicar. Es un don que nadie pudo imitar.

El mismísimo Billy Wilder, uno de los más grandes directores de comedia, quien aprendió mucho de Lubitsch, lo decía de esta manera: “Durante veinte años, todos nosotros intentamos encontrar el secreto del toque Lubitsch. De vez en cuando, con un poco de suerte, lográbamos algún que otro metro de película que brillaba momentáneamente como si fuera de Lubitsch, pero no era realmente suyo”.

Podemos decir que el toque Lubitsch, en general, es un tono que poseen sus películas, un estilo de humor con un aúrea de elegancia. Sin embargo, en particular, sí podemos ver algunos elementos que hacen a ese toque, y todos tienen que ver con la sugerencia.

En ese sentido, el revolucionario cineasta y crítico François Truffaut, elogia en Lubitsch el hecho de no tratar directamente el tema, de no mostrar de manera evidente las cosas sino invitar al espectador a terminar de completarlas utilizando su imaginación: “Si nos quedamos fuera de la puerta de una habitación cuando todo ocurre dentro, si nos quedamos en el “office” cuando la acción ocurre en el salón, y en el salón cuando tiene lugar en la escalera, y en el teléfono cuando sucede en la bodega, es porque Lubitsch se ha roto la cabeza para permitir a los espectadores construir por sí mismos, con él, el guión mientras ven la película proyectada”.

El secreto es hacer participar al espectador.

Y también dice Truffaut: “Maestro en el arte de divertir a los espectadores haciéndoles descubrir a ellos mismos las cosas y convirtiendo el cine en participación, Lubitsch fue acusado a veces por sus actores de prestar más atención a las puertas que a ellos, cuando en una ocasión había declarado que ‘las puertas son tan importantes como los actores’. Pero no sólo de jugar con puertas se trata, aunque la puerta es una perfecta metáfora de lo que constituía la esencia de su trabajo: adivina primero lo que está ocurriendo al otro lado y veamos después si acertaste”.

El cine de Lubitsch es, entonces, la comedia elegante donde las puertas son tan importantes como los actores. Donde lo que imaginamos que sucede es aun más gracioso que si lo estuviéramos viendo directamente.

Y hablando de puertas y del arte de la sugerencia, no podemos dejar afuera otra frase de Billy Wilder: “Era capaz de hacer más con una puerta cerrada de lo que la mayoría de los directores son capaces de hacer con una bragueta abierta”.

 

Imagen: Greta Garbo y Melvyn Douglas en Ninotchka (Ernst Lubitsch, 1939)

 

Películas fundamentales:

Bluebeard’s Eighth Wife (La octava mujer de Barba Azul, 1938)

Ninotchka (1939)

The Shop Around the Corner (El bazar de las sorpresas, 1940)

That Uncertain Feeling (Lo que piensan la mujeres, 1941)

To be or not to be (Ser o no ser, 1942)

Heaven Can Wait (El diablo dijo no, 1943)

Clunny Brown (El pecado de Clunny Brown, 1946)

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