Alfred de Musset (Francia, 1810-1857) | |
Poeta romántico francés nacido en París, donde estudió durante un breve periodo derecho y medicina. Su primera colección de poemas Cuentos de España y de Italia (1829), se publicó con éxito cuando el autor tenía 19 años. Su primera obra de teatro, La noche veneciana (1830), resultó un fracaso, sin embargo No se juega con el amor (1833) es una ingeniosa y agridulce comedia de costumbres romántica que forma parte del repertorio clásico del teatro francés. En 1833 se enamoró de la escritora francesa George Sand. Con ella viajó a Italia, pero tras una prolongada serie de disputas regresó a Francia solo en 1834. Su novela autobiográfica La confesión de un hijo del siglo (1836) habla de esta relación, así como de la filosofía de su desencanto artístico y político. Los críticos consideran su poesía como lo más destacado de su obra literaria. Cabe mencionar en este género obras como las cuatro Noches, La noche de mayo, La noche de diciembre, La noche de agosto y La noche de octubre, publicadas entre 1835 y 1837 en la revista Revue des Deux Mondes. © eMe |
La confesión de un hijo del siglo (fragmento)
" Pero la juventud no se resignaba. Es indudable que se dan en el hombre dos potencias ocultas que luchan hasta la muerte. Una de ellas, clarividente y fría, se agarra a la realidad, la calibra, la sopesa y juzga el pasado. La otra está sedienta de porvenir y se lanza hacia lo desconocido. cuando la pasión arrastra al hombre, la razón le sigue llorando y advirtiéndole del peligro; pero, en cuanto aquél se ha detenido ante la voz de la razón, en cuanto se dice: "Es cierto, soy un loco, ¿dónde iba?", la pasión le grita: "¿Y yo, voy entonces a morir?.
(...)
Un sentimiento de inexpresable malestar empezó, pues, a fermentar en todos los jóvenes corazones. Condenados a la inacción por los soberanos del orbe, entregados a patrones de toda especie, a la ociosidad y al tedio, los jóvenes vieron cómo se retiraban sus espumeantes olas contra las cuales habían dispuesto sus brazos. Todos aquellos gladiadores frotados con aceites sentían, en el fondo de su alma, una insoportable miseria. Los más adinerados optaron por el libertinaje. Quienes disfrutaban de una mediocre fortuna, tomaron estado resignándose al traje talar o a la espada. Los más pobres se lanzaron al entusiasmo en frío, a las grandes frases, al horrible mar de la acción sin norte. De este modo los jóvenes hallaban una forma de emplear la fuerza inactiva en la afectación del despecho. Burlarse de la gloria, de la religión, del amor, del mundo entero, constituye un no flaco consuelo para quienes no saben qué hacer. De ese modo se burla uno de sí mismo y, a la vez, se da la razón al espolearse. Aparte de que es dulce creerse desgraciado, cuando no se está sino vacío e irritado. "
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