sábado, 25 de octubre de 2008

"El puente" Frank Kafka



Yo era rígido y frío, yo estaba tendido sobre un precipicio; yo era un
puente. En un extremo estaban las puntas de los pies; al otro, las manos,
aferradas; en el cieno quebradizo clavé los dientes, afirmándome.
Los faldones de mi chaqueta flameaban a mis costados. En la profundidad
rumoreaba el helado arroyo de las truchas. Ningún turista se animaba
hasta estas alturas intransitables, el puente no figuraba aún en
ningún mapa. Así yo yacía y esperaba; debía esperar. Todo puente que
se haya construido alguna vez, puede dejar de ser puente sin derrumbarse.
Fue una vez hacia el atardecer –no sé si el primero y el milésimo–, mis
pensamientos siempre estaban confusos, giraban siempre en redondo;
hacia ese atardecer de verano, cuando el arroyo murmuraba oscuramente,
escuché el paso de un hombre. A mí, a mí. Estírate puente,
ponte en estado, viga sin barandales, sostén al que te ha sido confiado.
Nivela imperceptiblemente la inseguridad de su paso; si se tambalea,
date a conocer y, como un dios de la montaña, ponlo en tierra firme.
Llegó y me golpeteó con la punta metálica de su bastón, luego alzó con
ella los faldones de mi casaca y los acomodó sobre mí. La punta del
bastón hurgó entre mis cabellos enmarañados y la mantuvo un largo
rato ahí, mientras miraba probablemente con ojos salvajes a su alrededor.
Fue entonces –yo soñaba tras él sobre montañas y valles– que saltó,
cayendo con ambos pies en mitad de mi cuerpo. Me estremecí en
medio de un salvaje dolor, ignorante de lo que pasaba. ¿Quién era? ¿Un
niño? ¿Un sueño? ¿Un salteador de caminos? ¿Un suicida? ¿Un tentador?
¿Un destructor? Me volví para poder verlo. ¡El puente se da vuelta!
No había terminado de volverme, cuando ya me precipitaba, me precipitaba
y ya estaba desgarrado y ensartado en los puntiagudos guijarros
que siempre me habían mirado tan apaciblemente desde el agua veloz.

Fuente: http://lafogonera. blogspot. com/

No hay comentarios: