Escritores españoles y latinoamericanos se reunieron en Lisboa para debatir sobre los entresijos de su profesión y los retos a los que se enfrenta la literatura para evitar censuras o contribuir a enriquecer el lenguaje.
Durante dos jornadas, que concluyeron hoy, las sedes del Instituto Cervantes y de la Casa de América Latina en Lisboa acogieron el encuentro como colofón del festival literario Correntes d'Escritas, celebrado la semana pasada en la localidad lusa de Póvoa de Varzim con asistencia de unos 120 autores de 14 países.En la mesa titulada Cada hombre es una lengua, en la que participaron los españoles Antonio Garrido, Ignacio del Valle y José Manuel Fajardo, se abordó la singularidad del hablante y el lector.
Garrido señaló que no tiene sentido hablar de la lengua como una propiedad porque "pertenece a quien la habla" y Fajardo desgranó las relaciones entre lengua y poder.
"La lengua ha sido objeto de disputas políticas y económicas porque hay quien abusa de ella para perpetuar su poder", aseguró Fajardo, quien también destacó la importancia de la lengua como "nexo de unión entre pueblos" e "instrumento que hace libre al hombre".
El "abuso" de la lengua puede tener como consecuencia la represión y la censura, que según la visión de Ignacio del Valle, se manifiesta también en los escritores "que se autocensuran por dinero".
"Somos lo que hablamos y escribimos", subrayó Del Valle, quien desmitificó la figura del literato "bohemio" y aseguró que su oficio "no requiere inspiración, sino doce horas de trabajo diarias".
Los conceptos de la muerte y la esperanza fueron temas centrales de otro de los paneles de debate, en el que participaron varios autores latinoamericanos.
El colombiano Héctor Abad Faciolince, cuya obra El olvido que seremos fue una de las más vendidas durante la celebración de Correntes d'Escritas, distinguió entre escritores "apocalípticos o integrados", según el grado de desesperanza que imprimen a sus obras.
Pero el peruano Oscar Málaga precisó que la misión de los escritores no es dar esperanza, sino motivar al lector para que la busque por su cuenta.
"Los escritores no cambiaremos el mundo, sólo pretendemos que reaccione", afirmó Málaga, quien también abordó el deseo de eternidad presente en los escritores a través del deseo de ver perdurar sus obras en el tiempo.
El mexicano Antonio Sarabia y el brasileño Joao Paulo Cuenca cerraron la mesa con un debate sobre la posibilidad y el deseo de vencer la muerte a través de la esperanza, idea en torno a la cual han girado muchas obras literarias.
Fuente: EFE
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