Breves historias de animales sabrosos, engreídos, enamorados, malditos…
Breves historias de animales sabrosos, engreídos, enamorados, malditos, venenosos, enlatados, tristes, cobardes, crueles, espinosos… (y otras historias)
Martín SanciaIlustraciones de Daniel Roldán.
Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 2009. Colección La pluma del gato.
Por Raúl Tamargo
El título de este libro es tan desmesurado que cuando hablemos de él, seguramente diremos “el libro de Sancia” o alguna cosa parecida. La elección, desde luego, es deliberada y tiene como propósito principal escurrirse, impedir ser atrapado por el lector, rasgo que habrá de repetirse en casi todos los relatos. La parodia, el absurdo y la reflexión sobre el lenguaje y la literatura son el centro de la propuesta del autor.
Las primeras nueve páginas están firmadas por “El Editor” (1) y contienen una advertencia en la que se aconseja no saltear la introducción, unas palabras sobre la“conflictiva relación con el Autor”, notas sobre el título del libro, sobre la extensión, el ordenamiento y el contenido de los cuentos y una nota sobre un cuento en particular, escrito por Bruselas, la ex novia del Autor y actual esposa del Editor. El desacuerdo entre el Editor y el Autor estará presente a lo largo del libro, con numerosas notas al pie y llegará a incluir dos índices: el primero (decisión del Autor) está organizado según el orden de aparición, y el segundo, según los temas que los relatos tratan, tal como le hubiera gustado al Editor que se ordenaran los textos.
Desde la lógica del absurdo, hay una única razón que justifica la publicación del libro y es el hecho de que contiene un cuento escrito por la mujer que el Editor ama, y al que considera, desde luego, el mejor.
Además de este falso paratexto, el libro contiene más de cincuenta relatos breves o brevísimos, microficciones, según una de las denominaciones actuales (algunos no superan las dos líneas).
En todos los casos, los protagonistas son animales (2) y en todos los casos serán leídos, probablemente, con una mueca de sonrisa. La fauna es de lo más variada: microbios, piojos, pejerreyes, ratas, cóndores.
En cada caso, el campo de significación del relato tendrá que ver o bien con las características del animal elegido o bien con elementos que se le asocian: si hay osos habrá insomnio, si hay canarios habrá jaulas y la idea de libertad andará por ahí, si hay venados, habrá coyotes.
En algunos casos, el juego será de doble vía (tal vez los lectores con poco entrenamiento se queden afuera) y los relatos serán también, un homenaje literario. Hay dos ejemplos que quisiera destacar:
Uno de ellos es el relato titulado “Casa tomada”, cuyo texto dice “En la oscuridad del interior del caparazón, la tortuga vio dos ojos que la observaban…”, pero al que se debe completar, sin duda, con una observación gráfica: la página es completamente negra, la tipografía blanca y dos pequeños ojos, también blancos, en el medio del papel.
En el segundo caso, con el mismo recurso gráfico, la alusión al poema de Quasimodo es algo más velada que la del cuento de Cortázar. El relato se titula “Vida desperdiciada” y dice: “Y al despertar de la larga siesta, la mariposa comprobó, con horror, que empezaba a anochecer.”(3)
El autor manipula también la literatura de tradición. La famosa fábula de la rana y el escorpión es transformada en una pieza que obliga a reflexionar sobre el sadismo, en otra que nos interroga sobre la naturaleza del masoquismo.
Si el rasgo más saliente del libro de Sancia es el humor, tampoco está exento de ternura: una ostra que se da cuenta de que está enamorada cuando fabrica un anillo de casamiento en lugar de una perla, dos tortugas enamoradas que no pueden abandonar un único caparazón, un mantis que confunde a su amor con una hoja.
El índice temático mencionado más arriba es una verdadera guía de lectura. Allí se clasifican los relatos según sean chistosos, de amor, de humor oscuro, tristes, raros, crueles o disparatados.
Por último, me interesa destacar, un rasgo poco frecuente en los libros para chicos, y que tiene que ver con la idea de compartir con el lector ciertas inquietudes que plantea el lenguaje en general y la ficción en particular. El aforismo de Lichtenberg (4), “Un cuchillo sin hoja al que le falta el mango”, propone, entre otras cosas, la idea de que es posible enunciar algo que es imposible imaginar. En cierto sentido, toda literatura aspira a ese objetivo. La de Sancia, también. Valga como ejemplo el relato titulado “El miedo de la pequeña gacela” que dice: “Tan miedosa era la pequeña gacela, que salió corriendo antes de que su cuento empezara.”
Notas
(1) Desde luego, se trata de un personaje o de una voz ficcional.
(2) El único cuento cuyos protagonistas son seres humanos, “La cigarra, el grillo, el amor y el tarado”, se resuelve, sin embargo, a instancias de un diálogo entre una cigarra y un grillo.
(3) Las negritas son del original.
(4) Georg Christoph Lichtenberg, científico y escritor alemán (1742–1799)
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