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Ahora que Tzvetan Todorov ha muerto, muchos se hacen eco de su enorme legado como filósofo. Sin embargo, pocos lo recuerdan por su trabajo relacionado con la literatura. En especial, con la literatura fantástica. Y puesto que he impartido varios cursos de escritura sobre literatura fantástica, justo es que tratemos aquí su trabajo.
Tzvetan Todorov se atrevió a desarrollar un ensayo en el que profundizaba en el género con el fin de definirlo, y construyó una de las propuestas más difundidas sobre el tema en “Introducción a la literatura fantástica”. De hecho, suele verse como parte del temario de algunos talleres de escritura dedicados a la literatura fantástica. Siguiendo algunas de las características de la definición que sobre literatura fantástica realizó Guy de Maupassant, Todorov profundizó la definición y nombró las dos características principales que, según él, identifican al género fantástico: la vacilación del lector en torno a los fenómenos narrados y una forma de leer dichos fenómenos que no sea ni poética ni alegórica.
¿Qué es literatura fantástica? Lo extraño y lo maravilloso
Con estas dos condiciones en mente, Tzvetan Todorov opone lo que él llama “fantástico puro” a otros dos conceptos colindantes:
Todorov proponía que “lo fantástico” ocupa el tiempo de esta incertidumbre; en cuanto se elige una respuesta u otra, se abandona lo fantástico para entrar en un género vecino: lo extraño o lo maravilloso. Lo fantástico es la vacilación que experimenta un ser que sólo conoce las leyes naturales ante un acontecimiento que aparentemente resulta sobrenatural.
Lo extraño o insólito, en cambio sería una categoría que agrupa a aquellos relatos en los cuales las causas, que aparentemente serían sobrenaturales e inexplicables por las vías de la razón, terminan por tener una explicación que acorde a las leyes del mundo conocido, como ocurre por ejemplo en Los crímenes de la Rue Morgue, de Edgar Allan Poe, o en las ficciones góticas de Clara Reeve oAnn Radcliffe.
Por el contrario, lo maravilloso sería todo aquello que se ubica en el lado opuesto a lo insólito, siendo formado por el conjunto de obras en que la incertidumbre es despejada, es decir, sabemos qué ocurre, pero su explicación remite a nuevas leyes que no van de acuerdo a la realidad conocida. Esto ocurre en las obras de Walpole, por ejemplo. Así, el Todorov señala que el fantástico propiamente dicho es escaso y abarcaría ejemplos como Otra vuelta de tuerca, de Henry James, donde la intriga no termina de resolverse o Manuscrito encontrado en Zaragoza, de Jan Potocki.
Diferencia entre lo desconocido y lo extraño
Tzvetan Todorov amplió su clasificación diciendo que lo maravilloso corresponde a lo desconocido, lo que está por venir, y por lo tanto corresponde al futuro y no al presente, y lo extraño corresponde a una experiencia en la cual se produce la irrupción de lo anormal, y por lo tanto corresponde al pasado.
Además, estas dos formas, que se encuentran a ambos lados del fantástico, tienen subdivisiones: a la zona de lo insólito que linda con lo fantástico la llama fantástico-insólito. Allí hay explicaciones racionales a las dudas despertadas por el texto, pero abundan las coincidencias sospechosas; La caída de la casa Usher es el ejemplo que Todorov utilizó para ilustrar este punto.
El extremo de esta forma está en lo extraño-puro, donde las explicaciones racionales son perfectamente plausibles como interpretación de incidentes en apariencia sobrenaturales. Esto es algo que ocurre en muchas novelas policiacas que coquetean con la idea de un crimen cometido por fuerzas sobrehumanas, por ejemplo.
Lo fantástico-maravilloso, por otro lado, es lo más cercano al fantástico puro, pero en este subgénero se acepta la interpretación irracional tras la duda que aparece al principio. En lo maravilloso puro, cuyos límites decía Todorov que no están muy bien definidos, los eventos anormales son comunes y no reciben reacción particular por parte de los personajes o el lector.
Críticas a sus ideas.
Como podéis imaginar, todas estas propuestas de Todorov recibieron bastantes críticas y objeciones, en especial porque mostraban una concepción bastante cerrada del tema. Por ejemplo, en su prólogo a la Introducción a la literatura fantástica, Elvio Gandolfo escribió que:
“Lo fantástico propiamente dicho habría durado apenas unas décadas del siglo XIX […] Aplicada al extremo, la definición deja un porcentaje más alto de relatos fuera que los que abarca, y limita demasiado su alcance en el tiempo. Por otra parte la definición de ese tono como “género” le hace tratar sin demasiada definición a géneros indiscutibles como el policial y, sobre todo, la ciencia-ficción, erróneamente considerada casi como una sucursal de lo Fantástico”.
Y a ti, ¿qué te parece la propuesta de Todorov?
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