martes, 10 de septiembre de 2019

Técnicas de escritura: Contar y Mostrar


POR TOMÁS · 9 ENERO, 2016

fuego

Cuando escribimos ficción, cuando buscamos transmitir una historia creada por nosotros mismos y esperamos que el lector se implique en la misma, que le importe el destino de los personajes que imaginamos, que le interese cómo se desarrolla la acción y que le intrigue saber cómo termina no estamos poniendo sin más palabras una detrás de otra. No redactamos, escribimos de forma literaria.

Hay bastante diferencia. Redactar, para la RAE, consiste en “poner por escrito algo sucedido, acordado o pensado con anterioridad”. Es en esencia una acción mecánica. La escritura literaria implica creatividad, persuasión, belleza (o al menos estética), transmisión de emociones y sentimientos. Por ello no basta sólo con escribir.

Hay dos técnicas básicas de la escritura literaria que hay que comprender, para ponerlas en práctica con criterio: contar y mostrar.

En los talleres literarios hay un consejo que se repite (aunque no siempre se entiende) que dice: “Muestra, no cuentes.” Esto es así porque, en general, los escritores principiantes están muy habituados a contar cosas, referir, informar, cuando los profesores quieren que nos muestren lo que sucede. La famosa frase (Show, do not tell) viene de lo que Antón Chéjov dijo una vez, “No me digas que la luna está brillando; muéstrame el destello de luz sobre vidrios rotos.”

Pero nada es tan simple. Ambas técnicas tienen su valor; la clave está en entender sus respectivas fortalezas, y utilizar cada una cuando mejor le vaya a la historia.

Contar es mencionar directamente las cosas. Resumir. El autor comunica su parecer, refiriéndose a aspectos del sitio, el personaje, el ambiente, los sentimientos, generalmente con adjetivos y abstracciones. Esto deja poco margen de imaginación para el lector, que recibe la información procesada y sin posibilidad de segundas interpretaciones. Es a la vez una manera rígida y poco definida de escribir, pero sin embargo sirve para comunicar información necesaria de forma concisa y concreta. Es la estrategia que se utiliza para lo secundario, lo accesorio, el trasfondo, el marco.

Mostrar implica crear una escena y detenerse en los detalles más significativos y evocadores. Es la manera de involucrar al lector en la historia, haciéndole vivir fragmentos de la misma. Mediante imágenes, reacciones de los personajes y situaciones hacemos que el lector deduzca características, sentimientos y estados emocionales. Las cosas que el lector descubre por sí mismo son las que más retiene y valora.

Eso significa trabajar con acciones físicas y emocionales inmediatas, con la experiencia de los personajes. Cuanto más muestro, más evoco.

El punto crítico es diferenciar cuándo debo utilizar una técnica y cuándo la otra. Hay que intentar mantener un equilibrio. Contar es más sintético e impersonal, pero por otro lado comunica de forma eficiente. Mostrar es emotivo, artístico… y lleva muchísimas más palabras. En una novela no podemos mostrar todo, porque implica detenerse en detalles que quizás no tengan importancia, haciéndola lenta, larga y aburrida. Los momentos más significativos y determinantes de la narración son los que se deben escenificar, mostrando los detalles acciones y actitudes que queremos que el lector vea, que viva por sí mismo. El resto se debe resumir.

Para dejar un poco más claro los conceptos van un par de ejemplos:

Contar / informar: El hombre más alto era carpintero, con las herramientas de su oficio.

Mostrar / evocar: Una pequeña sierra y un martillo colgaban de su cinturón, la uña de su pulgar izquierdo era de un color entre negro y violeta. Cuando él se inclinó, Ana vio virutas de madera atrapadas en su pelo rizado.

Contar / informar: Se fundieron en un abrazo apasionado y se dio cuenta de que había estado montando, y de que él estaba tan nervioso como ella.

Mostrar / evocar: Ellos se rodearon con sus brazos, el tweed de su chaqueta era un roce áspero bajo su mejilla. Él levantó la mano para a acariciarle el pelo; la piel de su muñeca olía cuero y caballos. No hacía frío, pero ambos estaban temblando.

Mientras que la técnica de mostrar puede ofrecer más oportunidades de involucrar a los lectores en el relato, no hay absolutamente nada de malo en contar algunas cosas. El problema es que a veces la escena alternativa a decir a los lectores que Pedro se quedó dormido y eso lo puso de mal humor durante la reunión de suma importancia en el trabajo, puede terminar con algo como esto:

Mostrar / evocar: Pedro despertó y comprobó automáticamente su reloj pulsera. “Oh, no,” gimió. “¿Cómo ocurrió eso?” Tropezó mientras saltaba de la cama camino a la ducha. En su prisa dejó caer la botella de champú en el pie. Se vistió a la carrera haciendo que un botón de su camisa volara bajo la cama. La tiró sobre la silla, maldiciendo, sólo para darse cuenta de que no tenía otra limpia por lo que tendría que conformarse con esa. El tren estaba lleno a esa hora y no tuvo tiempo para comprarse un café en la estación. Para el momento en que llegó a la oficina, fruncía el ceño y rechinaba los dientes.

Además de aumentar el número de palabras,  lo único que logramos es estirar la narración hacia una tediosa y aburrida sucesión de acciones. Es mejor escribir:

Contar / informar: Pedro se quedó dormido esa mañana. Llegó a la reunión con una evidente necesidad de cafeína y luchando por ocultar que había desaparecido un botón de su camisa. Llevaba el pelo tan enredado como su estado de ánimo.

Sin lugar a dudas, una gran cantidad de escritores principiantes hacen esto tratando de seguir el consejo “Muestra, no cuentes” (y muchos escritores experimentados encuentran en la revisión que lo han hecho también, y deben cortar un montón). Así que es fácil pasarse y caer en el error de mostrar demasiado. Para saber si el relato está equilibrado, hay que comprobar

Nada de divagues. No tiene sentido crear escenas para seguir al protagonista cuando no hay un objetivo concreto en ello. Cada cosa que mostremos debe ser esencial para el argumento, para la historia.

El rimo justo. Cada sección de la historia debe seguir su ritmo. El hecho de contar demasiado provoca el efecto de “cámara lenta” haciendo al lector observar detalles que en realidad no tienen importancia en el desarrollo de la historia. Hay que decidir qué parte de la información se suministra y qué parte se muestra para no alterar la estructura y el ritmo de la novela.

Sobreabundancia de detalles. Es un error pensar que la escritura literaria implica mostrar todo. Mostrar es como poner delante del lector una lupa y decirle que mire esto, que es importante. Si lo hacemos todo el tiempo el lector terminará sobrecargado de detalles, sin poder discriminar entre los que son importantes y los que sólo son ambientación o relleno.

Así que si usted encuentra que tan pronto deja de resumir y empieza a detallar el recuento de palabras se le va de las manos y la historia se ralentiza, le sugiero que recorte todo lo necesario para mostrar sólo lo indispensable y en el mínimo espacio.

Para mostrar, hay que asegurarse de:
– Escoger los detalles específicos más representativos para lograr su objetivo.
– Dar una razón válida al lector para evocar esas emociones que lee.
– Quitar toda distracción o relleno.

Para terminar veremos un ejercicio que utilizo para pasar una narración de Contar a Mostrar. Suponiendo que queremos dar a entender una emoción en nuestro personaje, en lugar de informar “Javier estaba ansioso” hago una lista de las características que me indican esa emoción en una persona (sentimiento, adjetivo, atmósfera en un escenario o lo que quiera sustituir), de éste tipo:

Ansiedad:
– Mover continuamente las piernas.
– Refregarse las manos.
– Tamborilear con los dedos sobre cualquier objeto.
– Interrumpir cuando otro habla.
– Mirar la hora todo el tiempo.
– Comprobar el móvil continuamente (u otra fuente de información).

Mientras más características típicas de la palabra que quiero sustituir haya, más material tendré para trabajar mi escena. Luego elijo las cosas que quiero mostrar, las que son pertinentes para la historia o para redondear la personalidad del protagonista.

Contar / informar: Durante la operación, Javier no se quedó quieto un minuto. Estaba realmente ansioso.

Mostrar / evocar: – ¿Qué hora es?
Marcos volvió a mirar el reloj de su muñeca:
– Cinco y dieciocho… dos minutos más desde la última vez que preguntaste.
Javier dio dos pasos hasta la ventana y luego regresó hasta la puerta de cristal que separaba la sala de espera del pasillo de los quirófanos.
– ¿Te quieres sentar un momento?, me estás agotando de sólo mirarte.
Javier se sentó junto a Marcos en el gastado sillón negro, cruzó las piernas, luego las estiró y finalmente las separó y enderezó la espalda. Agarró un mechero que alguien había olvidado en la mesita y comenzó a golpear rítmicamente el apoyabrazos de madera. Luego lo dejó exactamente donde lo había encontrado y se puso nuevamente de pie. Con dos largas zancadas llegó hasta la puerta y apoyó la frente sobre el cristal un segundo. Se giró y fue hasta la ventana.
– ¿Qué hora es?

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