Por Pablo Gámez
La jura presidencial de Barack Obama, ya lo sabemos, marca un hito en la historia de Estados Unidos. En él se cifran las esperanzas de un cambio a los ocho años de George Bush; en Obama se espera una luz que hace muchas décadas no se asoma. Is Black back?
Las expectativas ante la presidencia del Kennedy negro son muy altas; tal vez demasiadas. Obama ha prometido marcar un antes y un después en la historia de su país, y ello implica derribar pesadas estructuras económicas, políticas, culturales y sociales que se han levantado a lo largo de todo el siglo XX en Norteamérica.
Obama llega en un momento en que el poderío de Estados Unidos se desploma. Su posición y peso geopolítico sigue siendo determinante, pero otras potencias han sabido ver el contexto y han movilizado fichas con precisión y acierto. El resultado es una tímida vuelta a la multipolaridad, en tiempos en que la globalización carece de gobernanza y timón.
Hacer frente a temas tan delicados y comprometidos como el cambio climático, las maltrechas relaciones trasatlánticas, el embargo de Cuba, las relaciones con América Latina, la bomba que ya dejó de ser de tiempo en Oriente Medio, las ambiciones nucleares de Irán y Corea del Norte, la inestabilidad en África, la amenaza terrorista, el compromiso de acabar con Guantánamo, y todo ello con un frente abierto de una crisis económica que destruye lo que está a su alcance, presagian tiempos de profundos cambios y de nuevas convicciones, las cuales se resumen en la figura de Barack Obama.
Estuve recientemente en toda Centroamérica, y el ambiente que se respira allí es uno: que con Obama venga un cambio para bien, porque sencillamente todo está mal. Si va Vd. por la calle verá lo que le digo. Hay un pesimismo marcado ante la década Bush. Los centroamericanos han vivido diez años prácticamente a su suerte, olvidados por Washington y buscando nuevas alternativas.
Impresiona ver cómo el devenir de un país como Estados Unidos se transforma en un paradigna para regiones como América Central, sencillamente ancladas a la estructura del Leviatán norteamericano. A raíz de todas estas reflexiones es que escribí Black is back, un tema musical en la línea del funk latino.
Black is back es, al mismo tiempo, una forma distinta de abordar aspectos periodísticos de nuestra realidad. Es, digámoslo así, la vuelta a la tradición medieval de los trovadores, los primeros personajes de la historia que supieron comunicar los acontecimientos noticiosos, de forma musical.
Estamos en tiempos de cambio, ojalá que esta idea de columnas musicales vayan de la mano del reto de abordar acontecimientos periodisticos de envergadura, a través de soportes y géneros que no necesariamente corresponden al periodista y al periodismo.
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