martes, 7 de enero de 2014

En Nadar-dos-pájaros – Flann O’Brien




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Con En Nadar-dos-pájaros completa Nórdica Libros la publicación de las cinco novelas, algunas de ellas inéditas hasta la fecha en castellano, del inconmensurableFlann O’Brien. Todas cinco son novelas de recomendable lectura, pero también de obligada relectura para todos aquellos que ya no podremos vivir sin adentrarnos de vez en cuando en las delirantes historias que el irlandés propone, o sin regalarnos con esa prosa elegante, sardónica y ligera que tan bien empasta con sus narraciones.
Podría definirse En Nadar-dos-pájaros como un desopilante ejercicio metaliterario, como una parodia burlesca de todo el proceso de alumbramiento de una novela. O, mejor expresado, de varias novelas, porque la historia de En Nadar-dos-pájaros, esconde dentro de sí —como si de una matrioska se tratara—, la gestación de al menos tres novelas diferentes, cada una de las cuales se descompone a su vez en diferentes historias.
Así, Flann O’Brien escribe En Nadar-dos-pájaros, novela protagonizada por un joven estudiante que se ocupa en lo que él mismo denomina «literatura de tiempo de ocio», escribiendo una novela. Ésta versa sobre un autor que emprende la escritura de una novela de intenciones moralizantes, pero cuyos personajes se rebelan a la trama pergeñada por el escritor y se deciden a escribir a su vez una novela diferente de la imaginada por su creador.
Por si todo lo anterior no fuera suficiente, el genio de O’Brien es capaz de añadir un nuevo enredo: Dermot Trellis, el autor que intenta acometer la escritura de una novela moralizante, considera innecesario crear personajes nuevos para su obra y decide servirse de otros ya existentes, cuyas características se adapten a los roles que precisa. Para ello, pide prestados personajes a otros autores y, por ejemplo, cuenta con un par de vaqueros de una novela del oeste, para interpretar pequeños papeles en su nueva obra. Pero para estos personajes reutilizados, es difícil desprenderse de sus papeles anteriores, lo que da lugar a no pocos conflictos.
En esa novela, creadores y personajes acaban por relacionarse entre sí de forma poco ortodoxa, como en el caso de Trellis, quien seduce a uno de sus personajes femeninos, del que nacerá un nuevo personaje que encabezará una revuelta contra el autor (nunca mejor expresado) de sus días. Pero en el nivel superior, el autor de esa obra (y personaje principal de la de O’Brien), maneja los hilos de su trama con mano segura: es él quien quiere y urde ese caos, que nos cuenta a la vez que fragmentos de su propia existencia de estudiante, gran aficionado a las pintas de cerveza.
La viveza imaginativa de O’Brien consigue sorprendernos una vez más con su originalidad; pero además demuestra también su talento en la manera de disponer los distintos niveles narrativos de una trama compleja, de forma que el lector siempre sepa ubicarse en los diferentes planos que la novela propone. Así el lector disfruta por partida doble: de la capacidad histriónica del irlandés que, una vez más, logrará arrancarle la carcajada; de su ingenio para imaginar semejante argumento y desenvolverse con soltura por él. Pero sobre todo, por la forma brillante en que un escritor que toma en serio su oficio, sabe burlarse de su propia tarea.
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