Poemas de Shamsuddin Hafiz:
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Alba
Esto dijo al alba el ave a la rosa recién despertada:
«Sé amable, pues muchas como tú florecen en esta explanada.»
La rosa rió: «Verás que en verdad no mostramos dolor,
Mas nunca un amante con tan duras palabras acosó a su amor.
Si tu deseo es beber vino de rubí de la copa enjoyada
Debes ensartar perlas y corales traspasados por pestañas.
No puede atraer a las ventanas de su nariz el sabor del Amor
Quien el polvoriento suelo de la taberna con la mejilla no barrió.»
Anoche, en el jardín de Iram, cuando en el aire agradecido
La brisa del nuevo día meció las hermosas trenzas de jacinto
Pregunté:«Trono de Jamshid, ¿dónde está la copa que revela el mundo?
Suspiró: «Esa despierta fortuna yace ahora en un sueño profundo.»
No siempre de la lengua brotan amorosas palabras:
Ven, trae vino, oh tabernero, pon fin a esta charla.
Las lágrimas de Hafiz arrojan al mar su paciencia y talento.
¿Qué hacer si no puede ocultar cómo el amor desgarra su ser?
De "El despertar del amor"
Editorial Sufi 2ª Edición 2003
Versión de Carmen Liaño
El amigo perdido
¿Dónde está el amante que no ha hallado su hermano en el dulce martirio?
No le falta razón al lamento de Hafiz.
Su historia es extraña historia y es su tono maravilloso.
Fieles creyentes:
en otro tiempo tuve un amigo al que podía confiar todas mis penas:
corazón que las compartía y que me daba su consuelo.
Cuando yo gemía en medio de la tempestad,
él sólo sabía hablarme de las tranquilas riberas.
Pero cuando me extravié en los caminos del amor, perdí mi amigo.
En vano he buscado, llorando, sus huellas.
En la embriaguez de mi desesperación, tened piedad de mí; de mí,
que alguna vez fui juicioso y sutil y que ahora no soy sino
un pobre hombre cuya razón vacila.
Cuando mis palabras eran inspiradas por el amor,
cada una de ellas era saludada a su paso.
Pero no elogiéis más la cordura de Hafiz,
puesto que sois testigos de su locura.
De "Los Gazales de Hafiz"
Colección Visor de Poesía 1981
Versión de Enrique Fernández Latour
El enigma de la vida
Con el vino de anoche cantando en mi cabeza
Al amanecer buscaba la taberna,
Aunque medio mundo en la cama dormía
Y el arpa y la flauta sonaban todavía,
Creando un placentero canto matutino;
Ya estaba llegando la copa de vino:
-Razón-, dije yo, «ya debías marcharte
Si quieres llegar a tu diario destino,
La santa ciudad de la intoxicación».
Así pues, la despedí y se marchó
Con una botella para los amigos del viaje.
Solo en la taberna, observé a la criada
Y quise conquistarla con mi labia,
Mas desdeñosa se volvió,
y se burló de mi ilusión.
Dijo, enarcando las cejas:
«¡Tú, blanco de toda mala lengua!
Mi cintura no rodearás,
Ni siquiera por todas tus baladas,
Mientras solo te veas a ti mismo
Como centro y fin en lo creado.
Apresa en tus redes a otro pájaro
No llegas al nido del Anka, amigo.»
Entonces me refugié de tal océano
En la buena arca del vino, mas ¡ay de mí!
Ella es de doncellas un compendio
Es Saki, camarada y trovador,
La que rechaza mi pobre corazón.
¡El ego es lo que debes superar, Hafiz!
Presta atención a la sabiduría
De la hija de la taberna; vanidoso,
Ficción de agua y barro construida
Cuidando tu belleza como un loro.
Hafiz, la vida es un enigma, abandona:
No hay otra respuesta que esta copa.
De "El despertar del amor"
Editorial Sufi 2ª Edición 2003
Versión de Carmen Liaño
La amistad
Ofrezcamos con nuestros elogios el incienso de la amistad
al hombre cuyos ojos resplandecen.
Que la claridad de un corazón puro brille como la antorcha
que ilumina la celda de un devoto del amor.
Ya no veo a mi lado a quien fue mi compañero.
Mi corazón está lacerado de tristeza.
Mas ¿dónde está el escanciador?
Dónde se vende el vino que podría vencer al hipócrita?
Mi corazón está lleno de angustias y de amarguras.
Mis compañeros han de tal modo roto el pacto de la amistad
que dudo de su existencia.
Si mi corazón destrozado pudiera un día alcanzar sus deseos
no buscaría un bálsamo en todos esos corazones de piedra.
¿Quieres poseer la alquimia de la felicidad?
Vive apartado de los malos compañeros.
Hafiz: que no te aflija la crueldad de los tiempos.
¿Qué sabes tú, esclavo, de lo que hace tu amo?
De "Los Gazales de Hafiz"
Colección Visor de Poesía 1981
Versión de Enrique Fernández Latour
La estación de la rosa
Llega la estación, que alienta gozos
De rosados vestidos ataviada;
Dejad que el júbilo borre el dolor,
Al sonriente huésped aclamad.
La vejez nos hace mejorar
La primavera con vino y amor.
Para los deseos del corazón
Cuán pocos hay generosos.
Las horas que imparten dicha
Pasan girando deprisa:
Entonces, por el vino que atesoro
Venderé mi alfombra de oración.
Dulce es la brisa de primavera,
Pero aún tendría más dulzura
Si la bella, su grata frescura
Con elegancia compartiera.
Alegrados por su jovial presencia
Pasaríamos la copa con más donosura.
Suave es la lira de temblorosas cuerdas
Que sofoca la rabia del destino;
La suerte sobre el meritorio niño
Arroja el manto de la tristeza:
Dejad, pues, que el grito de pena
Se ahogue en melódicos ríos.
Con ardiente y pasional ansia
Nace la sonrojada rosa;
¿Malgastaremos el vino como el agua
Que se precipita cuando brota?
Palpita en nuestro seno, ahora,
El ansia de amor y de esperanza.
Oh Hafiz, tu deliciosa canción
Que vuela sobre las alas del viento
Según nuestros poetas es parejo
A los cánticos del ruiseñor;
No es extraño que la música
En la estación de la rosa fluya.
De "El despertar del amor"
Editorial Sufi 2ª Edición 2003
Versión de Carmen Liaño
No preguntes
¡Oh, amor, cómo he sentido tu sufrimiento!
No me preguntes cómo.
¡Oh ausencia, cómo bebí tu veneno!
No me preguntes cómo.
Buscando, por el mundo he vagado,
Y, ¿por quién, al fin, he optado?
No preguntes quién.
Para: ver de su umbral el polvo
¡Cómo lloraba mi anhelante ojo!
No preguntes cómo.
¿Por qué, amigos, mordéis los labios disgustados?
¿Sabéis qué labios de rubí he alcanzado?
No preguntéis cuándo.
Anoche, en estos mismos oídos
Tales palabras su boca ha vertido.
No preguntéis cuáles.
Como Hafiz en el laberinto circular del amor,
Mis pies, al fin, han encontrado su dirección.
No preguntes dónde.
De "El despertar del amor"
Editorial Sufi 2ª Edición 2003
Versión de Carmen Liaño
No te aflijas
No te aflijas: la belleza volverá a regocijarte con su gracia;
la celda de la tristeza se convertirá un día
en un jardín cercado lleno de rosas.
No te aflijas, corazón doliente: tu mal, en bien se trocará;
no te detengas en lo que te perturba:
ese espíritu trastornado conocerá de nuevo la paz.
No te aflijas: una vez más la vida reinará en el jardín en que suspiras
y verás muy pronto, ¡oh, canto de la noche!,
una cortina de rosas sobre tu frente.
No te aflijas si no comprendes el misterio de la vida.
¡Tanta alegría se oculta tras del velo!
No te aflijas si, por algunos instantes, las esferas estrelladas
no giran según tus deseos, pues la rueda del tiempo
no siempre da vueltas en el mismo sentido.
No te aflijas si, por amor del santuario, penetras en el desierto
y las espinas te hieren.
No te aflijas, alma mía, si el torrente de los días
convierte en ruinas tu morada mortal, pues tienes el amor
para salvarte de ese diluvio.
No te aflijas si el viaje es amargo y la meta invisible.
No hay camino que no conduzca a una meta.
No te aflijas, Hafiz, en el rincón humilde en que te crees pobre
y en el abandono de las noches oscuras,
pues te quedan aún tu canción y tu amor.
De "Los Gazales de Hafiz"
Colección Visor de Poesía 1981
Versión de Enrique Fernández Latour
Recuerda
El día de amistad en que nos encontramos, recuerda;
Recuerda los días de fervoroso quebranto,
Recuerda.
El dolor en mi paladar es como veneno amargo:
El grito en nuestras fiestas: «¡Que sea grato!»,
Recuerda.
Puede que se hayan olvidado mis amigos;
Pero yo miles de veces ese gentío
Recuerdo.
Y ahora, por la cadena de la desgracia atado,
A los que agradecidos mi bien buscaron
Recuerdo.
Aunque mil ríos de mis ojos surjan,
Yo, Zindarud, que los jardineros cuidan
Recuerdo.
Y aplastado por inconsolable dolor,
Los que trajeron solaz a mi aflicción
Recuerdo.
No saldrán más secretos de los labios de Hafiz:
A los que los guardaron, ay de mí,
Recuerdo.
De "El despertar del amor"
Editorial Sufi 2ª Edición 2003
Versión de Carmen Liaño
Recuerdos
Qué cosa más amable para el corazón que el recuerdo de palabras de amor?
Bajo el domo redondo de este cuarto aun creo oír sus ecos, pero el vino de rubíes
que he bebido no es sino un agua amarga.
Absuelve a mi corazón, que desde siempre y para siempre está embriagado de tu belleza.
El narciso se muere envidiando tus ojos. No ha sabido encontrar la magia de tu mirada
y sus pétalos están mustios.
El pintor quedó tan maravillado de tu belleza, que en todas partes, en puertas y paredes,
dejó su recuerdo.
El corazón de Hafiz vino un día a jugar con tus trenzas. Mas cuando quiso irse sintió
que estaba en ellas ya para siempre preso.
De "Los Gazales de Hafiz"
Colección Visor de Poesía 1981
Versión de Enrique Fernández Latour
Sufre en silencio
¡Mil veces gracias! Una vez más mis ojos ha podido
aplacar sus deseos mirando tu rostro
Leal y pura, vuelves a ser la compañera de mi alma.
A veces pisan los viajeros el camino de la desgracia.
Pero el compañero de ruta no se inquieta por si sube o si baja.
Vale más sufrir en silencio por una pasión oculta
que confiarse a un compañero. Secretos hay
que no se depositan en corazones llenos de malicia.
Regocíjate si la presencia de la bienamada te ilumina.
Si la noche viene a envolverte de tristeza,
¡consúmete, oh, antorcha, pero brilla!
Con la ilusión de un beso, compra la dicha.
Salvará tu cuerpo y tu alma de las astucias del enemigo.
Largas horas y aun días me harían falta, ¡oh, mi amada!,
para decir la tristeza que ensombrece mi rostro
a causa del dolor con que me abrumas.
El canto del amor ha hecho conocer en Irak e Hijaz
la dulce melodía de los gazales de Hafiz.
De "Los Gazales de Hafiz"
Colección Visor de Poesía 1981
Versión de Enrique Fernández Latour
Reseña biográfica
Poeta persa nacido en Shiraz, aproximadamente en el año 1315. Desde muy joven mostró su inclinación por la literatura, aprendiendo de memoria el Corán y dedicándose al estudio de la mística, la teología y la poesía. Su obra contiene diversas formas poéticas, muy especialmente en el arte del ghazal un tipo de poema amoroso corto, clásico en la literatura persa, diseñado para ser cantado. En sus versos está presente su anhelo por el vino, considerado por él como el éxtasis místico que permite alcanzar el perfume de la Verdad, y la delicada, y a veces triste, apreciación de la belleza terrena partiendo de la idea de que de la oscuridad nace la luz. Falleció en Shiraz posiblemente en 1390. © |
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